LOS
EVANGÉLICOS SALVADOREÑOS EN LA GUERRA
CIVIL. 1980* 1992
COMIENZA
GUERRA CIVIL EN EL SALVADOR. 1979- 1992
Vi me
reloj. Eran las 7 P:M. Me admiré que en la ciudad de San José, Costa Rica, el
tránsito era normal- Las luces de la ciudad encendían por todos lados. La gente
transitaba sin apresuramiento, ni rostros asustados. Recién había llegado al
aeropuerto Santamaría, procedente de San Salvador para tomar un descanso de 15
días. Debido al stress del pastorado me había agotado mentalmente así que
visité al médico y él me dijo: “vivir en El Salvador es una pesadilla”.
Desde el 15 de Octubre de 1979, cuando cayó el
gobierno del general Romero, a causa de un golpe de estado, nuestro pulgarcito
de América había sufrido convulsiones políticas de las cuales estoy seguro el
lector esta enterado por la prensa internacional. La iglesia evangélica se ha
visto envuelta en las diferentes situaciones que se han dado como peregrinos
que somos los cristianos en todas las naciones del mundo. He aquí una
experiencia en el comienzo de la guerra civil salvadoreña:
San Pedro Nonualco es mi ciudad natal. A 60
kilómetros San Salvador. Había tomado 3 días para compartir con mi madre viuda.
La situación política era confusa y tensa. De regreso a la capital viajé en el
vehículo de mi hermano, dejando mi escarabajo viejito en cas de mi madre en el pueblo natal.
Primera vez que dejaba el vehículo. En la noche y la madrugada del día
siguiente hubo disturbios en todo el país: habían atacado a los cuarteles. La
radio había sido tomado por los rebeldes. Era la anunciada ofensiva fina.
Después le nombraron general los rebeldes. Dormí en casa de mi hermano Rolando
y en la mañana sorprendido hable por teléfono a una casa vecina de la iglesia
para saber como estaba en Mejicanos, ciudad satélite de la capital. Una voz
asustada me contesto: “ No se vaya a asomar pues estamos acostados en el suelo
para evitar que nos caigan las balas… oiga las ametralladoras… pum,
pum…taca…taca…pum… se podía oir en teléfono el enfrentamiento. ¿No las oye?.
Efectivamente los hermanos me contaron que estaban desvelados pues toda la
noche había sido de bombas y ametralladoras.
Ese día
domingo 9 de Enero de 1981 estaba programado un ayuno en la iglesia ubicada en
calle principal de la colonia España, Mejicanos. El ayuno comenzaría a las
cinco de la mañana. Los guerrilleros llegaron donde estaba el templo y
instigaron a los pobladores a salir a las calles y luchar a favor de ellos
contra el gobierno de turno. La gente no respondió por miedo al ejército.
Entonces fueron por las casa forzando a las personas que tuvieran vehículo a
ubicarlo enfrente del templo para formar la barricada. Como en el templo no
vive nadie, ellos forzaron la puerta a balazos, abrieron el templo sacaron las
bancas para formar la barricada. Cuando llegó el ejército se dio el
enfrentamiento y hallamos el templo perforado, candelas quebradas e impactos de
bala en las paredes. Hubo varios muertos; sin embargo de los creyentes todos
estaban salvos. Lo único que asustados y desvelados.
Vi la
mano de Dios pues El me guió a no traer mi Volkswagen a San Salvador. Si lo
hubiera traidor, me hubiera encontrado en la iglesia, donde soy pastor, para
comenzar el ayuno. Era la hora que se dio el enfrentamiento. Solo Dios sabe lo
que me hubiera sucedido.
Esto era
solo el comienzo de la guerra civil que comenzaba en El Salvador. Después
vendría: Los dos puentes principales sobre el rio Lempa destruidos, Las
ciudades de oriente del país acosadas por los alzados en armas. La muerte de
Monseñor Romero, La muerte de los Jesuitas en la UCA , Culminando con la toma
de la capital en 1979 y los acuerdos de Paz en Chapultepec en 1992 Una larga
pesadilla de doce años para los salvadoreños. No queremos que se repita. ¡Que se establezca la democracia
plena¡
DECADA
DE LOS OCHENTA
Es la
década de la Guerra. Comienza el conflicto.
El país se estremece. Viene el hay, aflicción, congoja. los ricos lloran
con la reforma agraria. Las haciendas se forman en cooperativas.
Lo que
podría creerse es derrota para la iglesia evangélica se convierte en triunfo .
Los humanos en el sufrimiento buscan a Dios.
En el mes de abril de 1980 llega hacer campaña evangelistica en el estadio Flor Blanca en San salvadoreño
evangelista colombiano Carlos iménez. La avioneta parlante piloteado por Miguel
Hno. evangelizo 157 pueblos , Hno.
Jorge Racckee, evangelista puertorriqueño hace campaña en el Flor Blanca y el
estadio se llena, quedando gente afuera, Nunca se había visto en El
Salvador En Hay muchas conversiones.
Para 1984 Hay 85,000 miembros y 837
iglesias.
El
evangelista Jimy Swaggart dona para la construcción de un templo en la
residencial San Benito . El objeto es llegar a la clase media. El Centro
Evangelístico bajo el liderazgo de Hno. Juan Bueno funda el templo Cristiano.
Templo con capacidad de 1500 gentes sentadas.
Con la
visión de llegar a la clase media se funda la iglesia “JOSUE” en la Colonia
Escalón . Los hermanos Bojorrquez se entregan a esta noble visión logrando su
objetivo, no solo en San Salvador, sino en las principales ciudades de del
país: Santa Ana, San miguel, Sonsonate.
DECADA
DE LOS NOVENTA.
Se
firman los acuerdos de Paz entre los
alzados en armas y el gobierno. Se entra
al periodo de la post guerra.
Los
creyentes sufren : los templos son saqueados por los ladrones. Se llevan
ofrendas aparatos de sonido y golpean físicamente .
El
crecimiento del tiempo de la guerra parece consolidarse. Las iglesias llegan a 1200. Se recuperan las iglesias desaparecidad por causa del conflicto.
El
ministerio de Castillo del Rey, dedicado
al evangisísmo infanto juvenil, se
extiende por todo el país bendiciendo a las almas, Los hijos de los pastores son atendidos.
En San Salvador se cuentas 5 iglesias gigantes
con unos 1500 miembros cada una.
CUARTELES PARA LA PAZ: LAS
IGLESIAS EVANGÉLICAS.
El
primer pecado de la humanidad fuera del huerto del edén fue el fratricidio:
Caín mató a Abel
por motivos religiosos.
Desde entonces la guerra entre hermanos
ha sido parte de la historia de
los hombres sobre
el planeta tierra.
A Hernán
Cortés le fue fácil vencer el imperio Azteca con pocos
hombres, gracias a que los mismos indios
se le unieron en la causa, pues ellos tenían
guerras internas. Igual le
pasó a Pedro
de Alvarado al conquistar
Cuscatlán.
“El
Hombre es el lobo del hombre”. La maldad está en su corazón. Potencialmente el niño al nacer tiene la
inclinación a la maldad. Esto debido al
pecado de Adán y Eva en el huerto del
Edén. Pero no es que el niño al nacer
venga con pecado. Podemos recordar nuestro
primer robo o mentira
en nuestra infancia.
Después
de las guerras viene un nuevo orden, gracias a Dios, en El Salvador después de
doce años de guerra, vemos un horizonte
de tranquilidad política. Dios conceda
que lleguemos al año 2000 con
completa tranquilidad y paz en
el país.
Aún con
esta paz debemos advertir acerca de la guerra espiritual que libran todos los
salvadoreños: la guerra contra las
huestes satánicas, la guerra contra el mal.
Para salir victorioso en esta área todo salvadoreño debe tener como
aliado a Jesucristo. Si todo ciudadano
tiene a Jesucristo en su vida, tendremos una mejor sociedad. “ Yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia ”, “ la
paz os dejo,
mí paz os doy; yo no la doy como el mundo la da”.
Los diez
mandamientos que aprendimos de
memoria en nuestra infancia son reglas de conducta aplicables a cualquier sociedad del planeta
tierra. En cuanto se practiquen estas reglas de conducta, tendremos una mejor sociedad Jesucristo
reconoció su valor: Cuarteles de Paz:
Las Iglesias “no penséis
que me he venido a abrogar, sino a cumplir”; los principios espirituales que Jesús enseño en
“el Sermón del Monte” son aplicables a toda persona.
La
violencia de la guerra ha tomado curso en
otros sentidos; ladronísmo,
drogadicción. Gracias a Dios que
en tiempos de guerra como de paz están abiertas las puertas de los cuarteles
espirituales para combatir la maldad; las iglesias evangélicas donde se predica
a Jesucristo como el dador de la paz que
todos los salvadoreños necesitamos “ la
paz os dejo, mí paz os doy” hay unos
100,000 grupos evangélicos (iglesias, locales o puntos de predicación), nuestro
país. Pregunte en su comunidad por
los “creyentes”, “hermanos”
o “ evangélicos” y
le darán razón de algún grupo cerca de su casa.
Los
pueblos no sólo necesitan alimentos para saciar su hambre. Es importante también llenar el
alma y su
espíritu. Y no hay mejor
alimento que la Palabra de
Dios: La Biblia. Que en cada hogar salvadoreño se encuentre el
libro de los libros: la Biblia. En ella
encontraremos sabiduría para
conducir nuestro hogar
y nuestra nación
en paz.
Editorial
de La Prensa Gráfica
GUERRA CIVIL EN EL SALVADOR.
1980- 1992
“. . .
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra;más a ti no llegará. . .” Salmo
91:7
En el
año de 1981 estaba estudiando el primer año en el Instituto Bíblico Bethel
anexo al Centro Evangelístico y pensé que en vacaciones de Semana Santa podría
ir a visitar a mi familia a Villa El Rosario, departamento de Morazán. Antes de
ir a mi casa donde mi familia, fui a un campamento Juvenil, que celebraban los
jóvenes del Centro Evangelístico en “El Bosque”, La Libertad. Estuve con ellos
hasta el día miércoles (esto me sirvió de preparación para soportar lo que me
iba a suceder).
El día
jueves santo 16 de abril de 1981 salí de San Salvador hacia El Rosario (mi
pueblo natal). Llegué a San Francisco Gotera y me di cuenta que no iban a
correr los buses hacia el Norte de Morazán, entonces tuve que abordar un pick
up para viajar; en el mismo vehículo se subieron unos hermanos de la Iglesia El
Rosario y también unos soldados miembros de la Defensa Civil, cuando ibamos
entre Osicala y Gualococti, a la altura del Cantón San Lucas, fuimos
ametrallados todos los que ibamos en el vehículo. La gente comenzó a gritar de
la angustia; al ver que el tiroteo era seguido decidí tirarme del vehículo, que
ya iba a gran velocidad, porque las balas me caían cerca, caí en medio de la
carretera y di otro salto para
cubrirme
en la cuneta. Allí, acostado en la cuneta, me puse a cuentas con Dios para
esperar cualquier cosa que sucediera, también le di gracias a Dios por haberme
librado de la tormenta de balas y estar ileso.
Mi primer impulso fue irme arrastrando por el
monte y huir del peligro en que me encontraba; pero sentí de Dios quedarme
acostado, quieto. Al momento de estar allí, vi que venían avanzando unos
jóvenes con sus fusiles listos para disparar; entonces les grité: ¡No
disparen!, ¡No tengo arma!, ¡Soy Civil!, ellos al oír mi voz me dijeron que me
rindiera y que saliera con las manos en alto, obedecí su orden y salí hacia la
calle con las manos levanta-das. Al acercarse me iban a disparar. Me
registraron, me ataron con las manos atrás y me llevaron a una finca donde
comenzaron a interrogarme; un joven tomaba nota de lo que les contestaba para
informarle a su comandante. A las seis de la tarde decidieron enviarme al
campamento donde estaba el jefe de esa zona.
Comenzamos
a subir el volcán Nahuaterique, unos guerrilleros iban adelante y otros detrás
de mi, estaba oscureciendo y por ratos me daban deseos de correrme pero tenía
miedo a que dispararan y me mataran. Seguimos caminando hasta llegar a la
cumbre del volcán donde se encontraba el jefe. Llegamos como a las diez de la
noche. Me presentaron con el comandante quien comenzó a interrogarme
minuciosamente acerca de mi familia y de todo lo que había hecho durante mi vida.
Después del interrogatorio me enviaron a otro campamento donde iba a pasar la
noche. Me señalaron para dormir un poco de ceniza de
una casa
quemada. Hacía frío, estábamos a una altura entre 1,500 a 2,000 metros sobre el
nivel del mar, abundaban los zancudos; pero me mantenía inmóvil por las
instrucciones que me habían dado: si hacía algún intento de correrme
dispararían a matar. ¡¡Esa noche fue larga, no pude dormir, la pasé en oración
constante!!
Al
despertar el alba del día viernes me ubiqué donde estaba, desde la altura en
que nos encontrábamos se podían observar varias poblaciones del norte de
Morazán tales como: Osicala, Meanguera, Jocoaitique, Perquín, Joateca,
Arambala, San Fernando, Torola, San Isidro, San Simón, Guatecocti y mi
suspirada VILLA EL ROSARIO. Los muchachos que me cuidaban me dieron desayuno
del mismo que ellos comían, y comenzaron a llegar bastantes guerrilleros para
entrevistarme.
Preocupado
por la noticia que le podían dar a mi familia, pedí que les avisaran que me
encontraba bien; pero me contestaron que no era necesario avisar porque en la
tarde me iban a trasladar a mi lugar de origen. ¡Gracias a Dios! Al llegar la
tarde, me trasladaron a otro
campamento
donde estaban formando los pelotones que iban para San Miguel y para el norte
de Morazán. Les pregunté: ¿Con quienes me voy a ir?, me contestaron que no me
podían mandar con ninguno de ellos porque iban en una misión muy peligrosa.
Tuve que quedarme a dormir en ese otro campamento, una jovencita me dio su
hamaca y su colcha y ella se fue a dormir a la clínica. Esta noche dormí bajo
techo en una casa grande donde también dormían varios guerrilleros, unos en
hamacas y otros en el suelo. Este campamento
era grande
porque tenía: un buen equipo de cocina, clínica y una oficina donde guardaban
documentos y donde también llegaban periodistas extranjeros a reportarse. Tuve
la opor-tunidad de platicar con unos periodistas europeos que me contaron que
llevaban filmado lo que había sucedido en Villa El Rosario, cuando los
guerrilleros habían vencido al ejército que allí se encontraba.
Por la
tarde este día sábado vi que se estaban formando los que iban para mi pueblo y
le fui a preguntar al Comandante si me iba a ir con ellos, me dijo que si, que
alistara mis perte-nencias; fui a pedir lo que me habían decomisado en la
captura y me lo entregaron; en ese momento avisaron por radio a El Rosario, que
nosotros llegaríamos a media noche. (En ese tiempo en otros lugares del país
había Ley Marcial). A las seis de la tarde iniciamos la marcha, pasamos cerca
de Osicala, bajamos al río Torola, después pasamos por el Cantón Ojos de Aguay
como a las once de la noche ibamos llegando a la Villa El Rosario ¡Gloria a
Dios!.
Cuando
entramos a Villa El Rosario, había un total silencio y la luna se veía
hermosamente clara. Y pude observar que en todos los corredores de las casas
habían grupos de mucha-hos durmiendo. Llegamos hasta el puesto de salud donde
se encontraba el que dirigía a
os
combatientes y me presenté con él. Me tomó algunas declaraciones y me concedió
el permiso de irme para mi casa.
Cuando
llegué a mi casa, toqué la puerta y nadie me la abría, parecía que todos
estaban dormidos. Volví a tocar más fuerte y les hablé, entonces mi papá abrió
un poco una ventana; al conocerme fue abrir la puerta y al momento se
levantaron todos mis familiares. Dimos gracias a Dios porque estaba vivo, ya
que la noticia que a ellos les había llegado era que el jueves por la tarde me
habían matado. Buscaron confirmación y toda la gente aseguraba que me habían
matado porque solamente habían encontrado el maletín en que llevaba mis cosas.
Otras personas decían que a la orilla de la calle las aves de rapiña se estaban
comiendo mi cuerpo, (todo esto era lo que se rumoraba acerca de mi).
Amaneció
el domingo y desde la mañana estuve en el templo con los hermanos lo mismo
hicimos el día lunes, y a mediodía el Espíritu Santo habló por medio de los
hermanos, una hablaba en lenguas y otra interpretaba diciendo:
1- Que
debíamos abandonar ese lugar porqué venían momentos peligrosos.
2- Que
cuando saliéramos no sacáramos bienes materiales sino solamente otra ropa para
cambiarnos.
Después
de oír el Mensaje, empezamos a organizarnos, acerca de la hora de la salida y
hacia donde íbamos a ir y decidimos reunirnos frente al templo a las dos de la
tarde para salir rumbo a San Simón. La gente que no era Cristiana empezó a
reunirse también para salir con nosotros, luego fuimos a sacar de sus casas a
los ancianos y enfermos que no podían caminar y los acomodamos en las hamacas.
Cuando toda la gente del pueblo estuvo reunida,
oramos y
salimos para la población de San Simón a las seis de la tarde, nos reunimos en
la plaza pública e hicimos un Culto, se predicó por el parlante que llevábamos.
Después buscamos los corredores de las casas que estuvieran desocupadas para
dormir, esa noche me tocó dormir en el patio de la Alcaldía Municipal debajo de
una banca, para que no me cayera
sereno.
El
martes 21 anduvimos Evangelizando en San Simón. Todos los hermanos de la
Iglesia bus-camos una casa grande para vivir y nos organizábamos diariamente en
tres grupos; como resultado de todo esto se dejó una Iglesia establecida,
quedando una hermana que veían con nosotros como Pastora, Hna. Victoria.
Después regresé a la Capital a seguir estudiando en el IBBACE y con la
experiencia que tuve puedo decir:“¡ El Angel de Jehová acampa alrededor de los
que le temen y los defiende!” (Salmo 34:7).
“Cuando
pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán.
Cuando pases por el fuego, no te quemaras, ni la llama arderá en ti”. (Isaias
43:2)
Cuando
regresé al Instituto, mis compañeros me entregaron una ofrenda que ya habían
recogido para ayudarle a mi familia en los funerales porque les notificaron que
había muerto.
Hoy
solamente me que da decirle a mis hermanos ¡Gracias hermanos por la ofrenda de
mis funerales!
MONSEÑOR
ROMERO EN LA GUERRA CIVIL SALVADOREÑA
En 1977 quedé admirado por el cambio de
actitud de la iglesia Católica hacia los problemas políticos de la época. El
principal vocero desde Catedral Metropolitana criticaba la política del
gobierno. En una homilía que le oí por casualidad decía: “No se admiren: El
capitalismo también es ateo”
El poema
de Rubén Darío Cantos de Esperanza vino a mi mente:
Un gran
vuelo de cuervos mancha el azul celeste/Un soplo milenario trae amagos de peste/Se
asesinan los hombres en el Istmo Este.
Los
tambores de Guerra se oían en Centroamérica. La Guerra venía. Se avecinaban 12
años de amarga guerra civil en El Salvador.
Por
décadas la iglesia Católica había caminado del brazo con los gobiernos
militares. En las tomas de posesión presidenciales eran los primeros en brindar
por el bienestar del pueblo bajo el regímenes militares junto a la religión
oficial.
Me
gustaba leer los editorial de Monseñor en La Prensa Gráfica . El Espíritu santo
me inspiró a escribirle. La porción que
se me vino a la mente fue 1 de Reyes 22,23, donde la Biblia habla del hallazgo
del libro de la Ley en el reinado de Josías y como este rey emprendió la
reforma religiosa que eliminaba los lugares altos, imágenes de Asera,
esculturas e imágenes fundidas. Recuerdo que le escribí a Monseñor instándoles
a promover la lectura de la Biblia en su iglesia Y como resultado tendría una reforma en sus
fieles. Yo le invitaba a monseñor a Leer la porción y que viera el cambio que
había tenido el pueblo al leer la Palabra de Dios. También le cuestionaba por
el cambio de giro de su mensaje desde el púlpito. Le pregunté porque en el pasado
no cuestionaban a los gobiernos anteriores por el maltrato de los gobiernos a
los pueblos .Por allí iba el tono de mi carta.
Para
sorpresa mía, cuando vivía en Zacamil recibí una carta y el remitente no tenía
nombre pero decía Catedral Metropolitana. Cuando escribí mi carta a Monseñor no
creí tener respuesta, pues pensé que Monseñor diría : “es un protestante loco”,
si acaso tomaba tiempo para leerla. Si me contestaba pensé que sería para
regañarme por haberme cambiado de la santa Madre Iglesia.
En su
contestación Oscar Arnulfo Romero me decía: Que le había parecido interesante
mi carta y que en vez de poner atención a las cosas que nos desunía entre
católicos y protestantes debíamos poner más cuidado en nuestras creencias en
común. Trabajar en las cosas que nos unían y no en las que nos desunían. Todo
un mensaje. El curso de la iglesia Católica había cambiado de rumbo en tratar a
los “hermanos separados”. La Teología de la Liberación y otras corrientes
teológicas habían cambiado la teología católica.
He
visitado el Arzobispado para tener una copia de esta interesante relación
epistolar, sin conseguirla aún, con este notable salvadoreño cuya esfinge se
eleva en una iglesia protestante inglesa – NO CATÓLICA- como una de los 10
mártires del cristianismo del siglo XX. Se mundializó. En proceso De
canonización de Monseñor Romero está en proceso.
Milagrosamente
halle la carta enviada a Monseñor Romero 2011
CUARTELES
PARA LA PAZ: LAS IGLESIAS EVANGÉLICAS
El
primer pecado de la humanidad fuera del huerto del edén fue el fratricidio:
Caín mató a Abel
por motivos religiosos.
Desde entonces la guerra entre hermanos
ha sido parte de la historia de
los hombres sobre
el planeta tierra.
A Hernán
Cortés le fue fácil vencer el imperio Azteca con pocos
hombres, gracias a que los mismos indios
se le unieron en la causa, pues ellos tenían
guerras internas. Igual le
pasó a Pedro
de Alvarado al conquistar
Cuscatlán.
“El
Hombre es el lobo del hombre”. La maldad está en su corazón. Potencialmente el niño al nacer tiene la
inclinación a la maldad. Esto debido al
pecado de Adán y Eva en el huerto del
Edén. Pero no es que el niño al nacer
venga con pecado. Podemos recordar nuestro
primer robo o
mentira en nuestra
infancia.
Después
de las guerras viene un nuevo orden, gracias a Dios, en El Salvador después de
doce años de guerra, vemos un horizonte
de tranquilidad política. Dios conceda
que lleguemos al año 2000 con
completa tranquilidad y paz en
el país.
Aún con
esta paz debemos advertir acerca de la guerra espiritual que libran todos los
salvadoreños: la guerra contra las
huestes satánicas, la guerra contra el mal.
Para salir victorioso en esta área todo salvadoreño debe tener como
aliado a Jesucristo. Si todo ciudadano
tiene a Jesucristo en su vida, tendremos una mejor sociedad. “ Yo he venido para que
tengan vida, y para que la tengan en abundancia ”, “ la
paz os dejo,
mí paz os doy; yo no la doy como el mundo la da”.
Los diez
mandamientos que aprendimos de memoria
en nuestra infancia son reglas de conducta
aplicables a cualquier sociedad del planeta tierra. En cuanto se practiquen estas reglas de conducta, tendremos una mejor sociedad Jesucristo
reconoció su valor: Cuarteles de Paz:
Las Iglesias “no penséis
que me he venido a abrogar, sino a cumplir”; los principios espirituales que Jesús enseño en
“el Sermón del Monte” son aplicables a toda persona.La violencia de la
guerra ha tomado curso en otros sentidos;
ladronísmo, drogadicción.
Gracias
a Dios que en tiempos de guerra como de paz están abiertas las puertas de los
cuarteles espirituales para combatir la maldad; las iglesias evangélicas donde
se predica a Jesucristo como el dador de
la paz que todos los salvadoreños necesitamos
“ la paz os dejo, mí paz os doy”
hay unos 100,000 grupos evangélicos (iglesias, locales o puntos de
predicación), nuestro país. Pregunte en
su comunidad por los “creyentes”, “hermanos”
o “ evangélicos” y
le darán razón de algún grupo cerca de su casa.
Los
pueblos no sólo necesitan alimentos para saciar su hambre. Es importante también llenar el
alma y su
espíritu. Y no hay mejor
alimento que la Palabra de
Dios: La Biblia. Que en cada hogar salvadoreño se encuentre el
libro de los libros: la Biblia. En ella
encontraremos sabiduría para
conducir nuestro hogar
y nuestra nación
en paz.
EDITORIAL
DE LA PRENSA GRÁFICA. EB.
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