sábado, 22 de octubre de 2011


OBREROS DE DIOS SALVADOREÑOS: ANTORCHAS ENCENDIDAS:

1. JUAN ALBERTO BENAVIDES, 2.  JOSÉ MARÍA BERMUDES: DEL CAMPO AL PÚLPITO.  3. VÍCTOR BASIL DAHER: EVANGELISTA APÓSTOL  4. JULIO CÉSAR PÉREZ. RELEVO DE LIDERAZGO. .   5. FRANCISCO RAMÍRE ARBIZÚ: PATRIARCA DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE EL SALVADOR. 6. JOSÉ GUSTAVO GALDAMEZ5. 7  FROILAN  HUEZO
Dios usó en la reforma del siglo XVI a hombres ilustres como Lutero, Calvino, Erasmo, etc. En cambio en el derramamiento del Espíritu Santo de este siglo Dios usó a hombres de pocos estudios, algunos  de ellos apenas estudiaron unos pocos grados de primaria, pero que entregaron sus vidas en las manos de Dios y el Señor los convirtió en gigantes, multiplicando sus talentos. Estos hombres se metieron entre matorrales, cruzaron cantones, valles y pueblos de El Salvador encendidos de el poder de lo alto para anunciar las buenas nuevas de salvación a las almas pérdidas. Nada los detuvo: Ni la persecución, ni la escasez económica; ellos confiaron que Dios proveería y así fue. Podemos mencionar entre estos hombres a:

1     JUAN ALBERTO BENAVIDES
Nació el 19 de mayo de 1920, en un sector rural: Uluazapa,  San Miguel. A los 8 años conoció a Jesucristo y desde esa edad comenzó su entrega progresiva al ministerio de la Palabra. Sus aguas bautismales las recibió en una confraternidad de El Tinteral en 1938. Experimentó el bautismo del Espíritu Santo en 1945, cuando tenía 25 años de edad y pastoreaba su segunda iglesia: La de Ciudad Barrios. Contrajo matrimonio el 9 de septiembre de 1945 con la Hna. Blanca Isabel Alas, procreó ocho hijos, incluso entre sus hijos hay dos esposas de pastores. Todos conocen Jesucristo. Fueron mucho los cargos que ostentó el Reverendo Juan Alberto Benavides Sosa; pero lo que más le interesaba era su familia, y por ende


2    JOSÉ MARÍA BERMUDES: DEL CAMPO AL PÚLPITO
 José María Bermúdez es uno de los obreros más antiguos de las Asambleas de
Dios. Nació el 1º de abril de 1909, en la ciudad de Quezaltepeque y procreó 12 hijos con
su esposa, Elena Linares. Hermano Chema sirvió al Señor por más de 60 años. He aquí su
relato:
“Fui un huérfano. Mi padre falleció cuando yo tenía un año de edad. Mi madre tam-
bién se fue y me dejó con mis abuelos. Al fallecer ellos me quedé con unos tíos.
Asistí a la escuela pocos meses, y a los diez años comencé a trabajar en un beneficio
de café. Ahí, en un incendio, tuve un accidente y me quemé gran parte del cuerpo. Perdí la
oreja derecha y quedé cicatrizado para toda la vida”.
“Ya muchacho, cuando los cultos eran libres asistí casi por seis meses, pero no me
convertí. En esos días se iniciaba la labor de las Asambleas de Dios en El Salvador y para
conocer, la obra pentecostal realizada, vino al país el misionero Enrique C. Ball a Quezalte-
que. Ese día se bautizaron 22 hermanos y organizaron la iglesia de esa localidad; colocaron
al primer pastor y diáconos. Fue entonces cuando el Señor llamó a mi puerta. Pues ese día
desde muy temprano, sentí algo extraño en mi corazón. No asistí a los bautismos porque
tenía trabajo de gran responsabilidad y era día de pago. En la tarde cuando regresé del
trabajo me preparé para ir al culto. Los de la casa no creían que iba al culto, pues yo era
muy mundano; no tenía a nadie ni nada que me detuviera y era absoluto. Esa noche acepté
a Jesucristo.
El culto ya había terminado y el Hno. Ball saludó a todos los asistentes. Cuando
llegó frente a mí, me dirigió una pregunta: ¿Quieres ser soldado de Cristo? Yo contesté: ¡Sí ¡
quiero! El Hno. pronunció un fuerte ¡Aleluya!, oró por mí y sentí que el Señor circuncidó
mi corazón. Ya no sentí el deseo de practicar aquellas cosas que en mi corazón estaban
arraigadas: Cigarros, naipes, dados.
Al mes, me bauticé en aguas sin doctrina porque no había reglamento local. Luego
al año ya era diácono y recibí el bautizo en el Espíritu Santo. En 1931 asistí por tres meses al
primer estudio que nos dio el Hno. Williams. El siguiente año fui a Santa Ana a estudiar mí
segundo año y posteriormente regresé a mi iglesia para trabajar como diácono, secretario 
Y maestro de Escuela Dominical”.
En 1934, el Hno. Arbizú era Superintendente Nacional de la obra y me buscó para
llevarme a mi primer campo de predicación en el Departamento de Jutiapa, valle de Hor-
cones, Municipio de Atescatempa, en la República de Guatemala, lugar donde estuve solo
dos meses debido a problemas de migración. El Hno. Ramón Bruno ya tenía seis meses de
predicar en Atescatempa y juntos tuvimos que abandonar Guatemala y regresar al país.
¿Veinte años tenía yo, en 1929 cuando acepté ser soldado de Cristo en las Asam-
bleas de Dios, desde entonces soy miembro de tan magna obra. En esos tiempos la obra
evangélica era diferente.
Todo era desfavorable: La mayor parte de las iglesias no tenían templos, las confe-
rencias se realizaban bajo enramadas, no tenía edificio el instituto bíblico, ni trastos para
los alimentos. Los estudiantes llevábamos de nuestras casas: plato, cuchara, taza y cama.
No había pupitres y los que tuvimos fueron hechos de cajones viejos por el Hno. Rafael
Williams quien también hizo hamacas de manta “dril”. Para bañarnos íbamos a un pequeño
río y los sábados nos mandaban a visitar las iglesias a pura “infantería”, para regresar al día
lunes. En 1937 todavía se alquilaba el local para albergar el instituto bíblico. Para 1940 con-
tando ya con el edificio del instituto en Santa Ana graduamos seis alumnos, de los cuales
a la fecha muchos pasaron ya a la presencia del Señor.
“Donde estuve de pastor”. “Nunca estuve conforme en predicar solo en el templo sin
llevar el evangelio a los campos blancos. Me causa gozo cuando visito algunos de aquellos
campos, que ahora son fuertes iglesias, bien organizadas, tales como El Tinteral y Ciudad
Arce”. Predique en las Costas del Bálsamo, Guascorán y Oriente.
Además de esos lugares, el Hno. Bermúdez también ha servido al Señor realizando
su labor de pastor en el Pinalito, San Jorge, El Congo, Las Lajas, y otras poblaciones. Cuando
estuvo de pastor en La Palma, Chalatenango, fue a Honduras en la gran comisión y durante 28 Años de ministerio.

3     VÍCTOR BASIL DAHER: EVANGELISTA APÓSTOL
Víctor Basil Dagher, conocido evangelista, quien ha celebrado muchas campañas a lo largo y ancho de nuestro país. Además, tenido que ver con la fundación de más de 200 iglesias según sus propias palabras. A continuación su testimonio: “En el año de 1902, el 8 de septiembre, su servidor nació en Belén, Palestina, fue el tercer hijo de la familia. Mi padre se llamaba Basilio Kalil Basil y mi madre Hanna Daher de Basil.
La familia de mi mamá son descendientes de San Mateo y han venido conservando el evangelio de generación en generación. Mi padre fariseo de fariseos, hablaba 10 idiomas y 7
dialectos. Durante la Primera Guerra Mundial, en 1914, tuvo que ir al frente con el mariscal Von Gerderson. Mi mamá creyó que él no iba a regresar del frente y reconcilió con el Señor en la Iglesia Luterana. Mis hermanos y yo fuimos bautizados en dicha misión. Regresó mi
papá y luego tuvimos que seguir el judaísmo, pero en mi quedó sembrada la semilla del evangelio. Luego nos fuimos para Managua, Nicaragua, pero no le gustó a mi papá y nos venimos a El Salvador. Emprendí una fábrica de camisetas, calcetines, cintas de zapatos, trencilla y encajes. Luego empecé a asistir a algunas congregaciones: La Apostólica, donde el hermano Pilar Calderón. Me di cuenta que yo no era nada según el evangelio que aquí en El Salvador se practicaba, porque fumaba, tomaba toda clase de licor, practicaba la mundanalidad. Siempre insistía buscando la manera de estar en el evangelio, pero los amigos me inducían al mal y como en la denominación que acepté desde el pastor, diáconos y ancianos hacían lo mismo, para mí no era extraño imitarlo.
En 1946, se me invitó a una reunión en La Garita, en la Asamblea de Dios que se llamaba “Elim”. Posteriormente me encontré con el hermano Francisco Arbizú y me dijo: “Que privilegio sería para nosotros tener un hermano judío”. Fui con él pero el poder mundanal podía más en mi persona.
Los planes de Dios son tan distintos a los nuestros. Empecé a fracasar en mi empresa por la vida des ordenada que llevaba, comencé con más fuerzas a tomar licor, hasta que un día de parranda llegué a la fábrica y vi unos guardias en la puerta y me dijeron: “¿Quién es usted?”. Les dije, ¡soy el dueño!
Ellos me respondieron: “No puede entrar porque ya le embargaron todo”, les dije: mi esposa y mi hijo están allí. Inmediatamente fueron y la sacaron con el niño que tenía tres meses. No le dejaron sacar ni un vestido ni una mantilla. Con la ropa de dormir estaba en la calle. Luego, me hice que estaba malo del corazón y les dije: Déjenme pasar a traer las pastillas porque sino me muero, pero ellos me dijeron: “¡muérase!”
Yo no tenía nada, lo que quería era sacar una escuadra de 45 y unos ¢ 3,000.00 que tenía en el escritorio, dárselos a mi esposa; luego matar a los guardias y suicidarme.
No fue así. Mi esposa me dijo que Juan Zacarías, me debía una factura por ¢ 1,500.00, fuimos, la
cobramos y me hospedé en el Hotel Florida y empecé a trabajar comprando relojes y vendiéndolos a los coyotes.
Me apareció un terrible dolor en el costado derecho. Fui a consulta y me dijeron que si me operaba había posibilidad de que no me levantara de la cama. Visite cuatro doctores más y me dijeron lo mismo. Mi esposa afligida le puso una carta a la mamá explicándole mi problema. Al llegar a la casa me dice: “El Señor es poder y potencia, él puede sanar”; pero como en la doctrina luterana no creen en la sanidad divina, le dije: No sea loca, como puede creer que con sólo una oración voy a sanar.
¿Cree que Jesús va a bajar del cielo y me va a sanar? Hasta que ya no soportaba el dolor le dije: valla a llamar a sus hermanos. Llamamos a los hermanos Antonio Pérez, José Belloso y José Besa, acompañado del Hno. Chepito de las Asambleas de Dios. Oraron por mí y me dijeron: “Tenga fe, puede dormir tranquilo”. Mi suegra me dijo: “Ya ve que poderoso es el Señor”. Le dije: ¡No hombre! lo que hicieron fue hablar al revés, otro gritar, otro llorar. No moleste Sra. no soy tonto ni loco para creer en semejante cosa. Inmediatamente caí al suelo con más dolor, ya no hallaba que hacer: me ponía boca abajo, me daba vuelta de un lado a otro y el dolor más y más. Por fin le dije: vaya a llamar a sus hermanos, pero lo dije con un poco de fe.
Al llegar los hermanos bajo una gran tormenta, le dije a mi suegra, deles una toalla para que se sequen y una taza de café para que se calienten. Me dijeron: “No hemos venido a comer”.
“¿Cree que el Señor lo puede sanar si o no?” Yo les dije que ¡si! Me acosté y ellos empezaron a orar, y yo a llorar. De repente se me durmió todo el cuerpo y un nudo en la garganta que no pasaba. Yo estaba afligido, me dijeron “¿Cree que ya está sano? ¡Si creo! Al irse ellos me salía pus por los poros. Dije que contacto tienen los poros con el hígado. Luego me dio hambre, comí y me dormí. Al acostarme me volvió a salir pus; me asearon y luego me acosté hasta el siguiente día. Fui donde los doctores y todos extrañados que ¿Cómo era eso?, y les dije que Cristo me había sanado. Después fui a la iglesia. Les conté lo que Dios había hecho en mí y les dije que quería reconciliar. Oí el mensaje del Hno. Froilan Huezo. Empecé a tener una nueva vida. A los pocos días fui bautizado con el Espíritu Santo. Sentí el deseo de predicar. Fui a Santa Ana a recibir clases con el Hno. Melvin
Hodges y el Hno. Rafael Williams.
El costo de las enseñanzas era de ¢ 0.15 ctvs. Por cada noche. Hermano David ¿Qué apellido? Y Hno. Arturo Limvall me dijeron que mi ministerio era de evangelista

4     JOSÉ GUSTAVO GALDAMEZ
 En el año 2000 las Asambleas de Dios de El Salvador, estarán celebrando 70 años de
fundación y de victoria.
Para la extensión de la obra de la iglesia aquí en la tierra, Dios ha levantado líderes para
llevar a cabo la gran comisión y ganar al mundo para su reino.
En El Salvador, uno de los grandes líderes que Dios levantó, fue nuestro querido hermano 
José Gustavo Galdámez .Esta es la historia de este gran siervo de Dios: Desde pequeño tuvo una formación muy religiosa, su familia Católica Romana le heredó dicha religión. Por eso sus padres decidieron que debería estudiar para sacer-dote, y fue así como lo enviaron al Seminario Salesiano. Fue sincero al comenzar a estudiar, siempre había considerado a los sacerdotes como hombres de Dios, y fue para él una terrible desilusión al ver que muchos no vivían a la altura de sus ideales. Gradualmente llegó a la conclusión de que la religión y
negocios frecuentemente eran
términos similares; por eso a los tres años abandonó el seminario, para buscar un empleo
Secular. Paulatinamente cayó en una vida de placeres y perdición. Al enterarse la familia el tipo de vida que llevaba, creyó que la salvación sería casarse, pensaron que las responsabilidades del hogar lo harían cambiar. Arreglaron para que se casara con una joven maestra llamada Virginia, el día de la boda llegó a la iglesia bajo los efectos del alcohol; el sacerdote lo llevó a un lugar privado para recomendarle sobre sus nuevas responsabilidades en el hogar.
Sin embargo la vida de casado no le ayudó, ya que continúo frecuentando a sus amigos y llevando una vida desenfrenada. Nuevamente intervino la familia y determinaron que lo mejor sería, se radicará en Guatemala.
Las cosas parecían marchar bien ya que ambos comenzaron a trabajar como maestros. Pronto se hizo amigos que lo condujeron por la senda de pecado y perdición. Repitiéndose una vez más la vida llena de frustración y desesperación. Su situación fue tan crítica  que tomó la decisión de quitarse la vida. Un día tomó un revólver lo cargó y apoyó el frío cañón en la sien, apretó el gatillo pero el proyectil no salió, él no lo sabía en ese momento que la mano de Dios intervenía.
Después de residir 14 años en Guatemala decidieron regresar a El Salvador, creyendo que podrían comenzar una nueva vida, en Santa Ana. Lamentablemente nadie le daba
trabajo. Encontraba las puertas cerradas, pues sabían que era un hombre vicioso. Después de tanto buscar, un amigo le ofreció trabajo como administrador de una finca de café. Aceptó el modesto empleo y se trasladó a la finca, en el volcán de Santa Ana, sin que nadie de los
conocidos lo supieran. A estas alturas la frustración era mayor, y para colmo de males Virginia enfermó de gravedad y fue necesario operarla. El médico dictaminó que pasaría en cama. Un día un vecino visitó a Virginia y se enteró del diagnóstico del médico. Cuando el visitante habló del poder sanador de Dios. Virginia le dijo: “Yo he rezado a la virgen, pero no he mejorado. El vecino le respondió: “No, Usted debe orar
en el nombre de Jesús. Jesús es el médico celestial. El buen vecino siguió hablándole acerca de Jesús y después de unos días, Virginia aceptó a Cristo como su Salvador personal.
! Como deseaba ella que su esposo pudiera tener esa misma fe! Pasaron los días y Virginia comenzó a recuperarse de su enfermedad; mientras tanto el Espíritu Santo había estado hablando al corazón de Gustavo, a quien se le despertó un profundo interés hacia las cosas
espirituales y hacia Dios. Resolvió arreglar su situación de la manera que le parecía apropiada; así que volvió a la iglesia católica y confesó sus pecados al sacerdote. Pero en lugar de encontrar consejo y ayuda, halló incomprensión y habladurías en contra de los evangélicos; desde ese instante decidió visitar a los evangélicos para que ellos le ayudaran a encontrar a Dios. Al llegar a la casa se di- rigió a su esposa y le preguntó si conocía algunos evangélicos,
A esos que le l laman  “Luteranos”, Virginia le contestó que sí,  que había un señor
que es sastre y siempre  él habla de Dios y cuando había estado  enferma la había visitado y había orado  por ella, Gustavo le dijo: Ve a buscar a ese señor y que por favor traiga algún libro porque  quiero leer sobre su religión; Virginia estaba  muy contenta y fue a buscar al anciano sastre que, provisto de su Biblia, fue a visitar a  Gustavo. El anciano le dijo: “Este es el libro  que usted necesita” - mostrándole su Biblia  - Gustavo le dijo: “La Biblia no; aprendí  muchos Salmos cuando estaba estudian- do para sacerdote, he leído muchos pasajes  de la Biblia y no me ha servido de nada, yo quiero que usted me dé otro libro”.
El anciano afirmó que ese era el libro que él necesitaba. “Este libro enseña el camino de la salvación, dijo, usted no pudo entender la Biblia porque no había nacido del Espíritu cuando la leyó, ¡Mire lo que dice este versículo! “Porque el hombre natural no percibe las cosas que son de Dios, porque para él son locura, y nos las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Este pensamiento se grabó en el corazón de Gustavo con gran impacto. Seguramente que él no había podido entender la Biblia porque era un hombre natural. Sintió que si oraba, el Espíritu Santo le daría el poder de comprender las cosas espirituales. Allí los dos hombres se arrodillaron a orar y el corazón de Gustavo se abrió completamente y pidió perdón a Dios por sus pecados, dejando que Jesús tomará posesión de su vida; esto sucedió el 20 de abril de 1941.
Fue doctrinado y bautizado en agua, siendo recibido como miembro en la Iglesia Asambleas de Dios Filadelfia del cantón Potrero Grande Arriba. El Señor lo bautizó en el Espíritu Santo en 1942 en una confraternidad que se celebró en el Templo “Betel” de la ciudad de Santa Ana.
Ese mismo año ingresó al Instituto Bíblico para hacer su primer año de estudios y así recibir licencia de Exhortador, designándolo como pastor en San Lorenzo, Atiquizaya. En febrero de 1945 se le entregó la licencia de predicador. Fue ordenado al pleno ministerio el 20 de febrero de 1953.
En sus 27 años de fructífera labor ministerial ha pastoreado en los siguientes lugares: 1942 San Lorenzo Atiquizaya, 1943 Lomas de San Marcelino. De 1944 a 1946 en Palo Verde, Candelaria de la Frontera. De 1946 a 1948 fue enviado a Sonsonate a fundar iglesias. Concediéndole el Señor establecer las Asambleas de Dios en dicho lugar. De 1948 a 1955 pastoreó el Templo “Betel” de Santa Ana. Cargos a nivel nacional: De 1953 - 1957 Vice- Superintendente Nacional de la Obra.

5     GRACIELA CARBALLO
 En las mansiones celes-El 26 de mayo, partió a las mansiones celestiales nuestra hermana Graciela Carballo. En su paso por esta tierra dejó honda huella en los corazones de los que la conocimos. Durante su largo y bendecido ministerio, la hermana Chela, pastoreó en Nejapa, Lava de Quezaltepeque. Al momento de fallecer pastoreaba la Iglesia Esmirna, en colonia 5 de marzo, en la Ciudad de Santa Ana. Trabajó como directora nacional de la Escuela Dominical y profesora del Liceo Cristiano Revdo. Juan Bueno. Dios le dio visión de levantar una nueva obra, la cual comenzó con un campo de Escuela Dominical para niños, en la colonia 5 de marzo, Santa Ana. Hoy es un templo hermoso con casa pastoral. Graduada de sexto año del Instituto Bíblico Betel, la bachiller Carballo fue licenciada como pastora de la Conferencia Evangélica de las Asambleas de Dios. Anheló ser ordenada al pleno ministerio, cosa que no logró en esta tierra. De 70 años ingresó para formar parte de la “Nube de Testigos” que nos animan a seguir corriendo la carrera cristiana. Le sobreviven tres hijos: dos hembras y un varón. Antes y después de su partida, también se nos han ido, durante el año de 1996, los siguientes pastores: José Roberto Reynosa, José Matilde López, Raimundo Zavaleta, Francisco Cruz Mate, Santos Alonso Cálix, Julio Alberto Siciliano, Joel Inglés Balto-Judío Convertido

6     FROILAN  HUEZO
En la ciudad de Ayutuxtepeque, el 23 de diciembre de 1896, nació Froilán Huezo, quien
Dedicaría 57 años de su vida al ministerio de la predicación. He aquí su relato:
“Fue en el año de 1925, por el mes de abril, en la situación más difícil de mi vida. Esto eran
las huellas de mi pecado por haber quebrantado las leyes de mi país. Hice un esfuerzo de
abandonar mi patria y mi familia. Salí rumbo a la costa norte de honduras, donde llegué a
la casa de un cuñado, Pablo Opico. Me ocultó en ese lugar por tres meses. Mi cuñado tenía
un año de ser creyente y empezó a hablar del evangelio. Después de unos días de estar
con él, decidí ir al culto, donde escuché, por primera vez, el mensaje de la Palabra de Dios.
Quedé tan impresionado y convencido que decidí entregarme a las autoridades, cosa que
no se efectuó, pues mis padres estaban pagando un defensor y dos meses después obtuve
la libertad.
“En el mes de octubre de 1925 asistí por segunda vez a un culto evangelístico. Fue un día tan glorioso para mí. A las diez de la mañana yo levantaba mi mano en señal que me entregaba
en las manos de mi Señor. Sufrí el desprecio de mi familia por haberme hecho creyente, mi
madre me recibió con ultrajes más horrorosos de los que yo había sido objeto. Me entregué
con más anhelo al Señor, sabiendo que perdía a mi familia y bienes terrenales. En cambio
ganaba lo mejor con Cristo.
Seis meses habían transcurrido cuando fui llamado para predicar mi primer mensaje. En
mi primer mensaje usé el mismo texto que el predicador había usado para mi conversión.
El pastor me instó a que me bautizara para entregarme al ministerio. Mi alegría fue grande
al pensar en mi bautizo.
Soñé esto: Me vi que iba caminando al bautisterio acompañado de 20 hermanos y el que
nos guiaba era un personaje desconocido. Al llegar cerca de una piscina caí muerto y vi que
todos pasaban sobre mí. Cuando pasó el personaje que nos guiaba me tomó de la mano
y me condujo al bautisterio. Cuando salí del agua fui conducido por el mismo personaje
hasta el lugar en donde había caído muerto. Allí comenzaban unas gradas que nos condu-
jeron hasta unas moradas con paredes muy blancas. Había una mesita redonda enmedio y
dos ancianos sentados. De pronto el que iba conmigo desenrolló un pergamino para que
yo lo leyera y estaba escrito en Arameo. Solo pude leer “evangélico según San Juan”. Los
ancianos inclinaron sus rostros en señal de aprobación. Seis meses después fui bautizado
con 20 hermanos más.
Abandoné mi pueblo y fui a morar a un pueblo desconocido, donde con gozo seguí la
carrera cristiana. Comencé mi preparación eclesiástica en el año de 1927 en el Instituto
Teológico, representado por Don Ismael Mauro en El Salvador. Más tarde este instituto fue
dirgido por el renombrado pedagogo, Don José Delgado, de nacionalidad puertorriqueña.
Ejercí mi primer ministerio en la iglesia Bautista de la ciudad de Apopa.
Habiendo muerto mi esposa, contraje segundas nupcias en el año 1933, a la edad de 37 años,
con la hermana Mercedes Sosa, de 26 años, originaria de Apopa. Procreamos ocho hijos”.
Las pruebas llegaron; pero con la ayuda de Dios salimos adelante. En el mes de mayo de
1936 me vi obligado a renunciar de mi pastorado en la Iglesia Bautista de Apopa. La iglesia
entera me pidió que les siguiera predicando. Cosa que accedí a fuerzas de ruegos; mani-
festándoles que no podíamos seguir solos, que era necesario llamar otra iglesia evangélica
para anexarnos a ella y seguir predicandoAsí deliberadamente los hermanos acordaron que yo viera lo mejor para la obra. Fue así
como llamé a un pastor pentecostés, quien nos predicó por unos días y después no sat-
isfechos, acordamos llamar al dirigente de la obra de las Asambleas de Dios; haciéndose
presente el hermano Francisco R. Arbizú. Se hizo una organización provisional, los arreglos
y reconocimientos debidos, haciéndose constar en acta levantada que quedaba anexada
a las Asambleas de Dios, en el año de 1939.
Empezamos a predicar en casa de la Hna. Elena de Alas, donde aceptaron muchos, entre
ellos los esposos Melgar. Creció la membresia y con ello la necesidad de una casa de oración;
así fue como se trasladó al mesón Colorado, La Garita, San Salvador.
Se fundó la primera iglesia de las Asambleas de Dios en San Salvador con el nombre de
Elim. Meses más tarde se celebró un curso bíblico de estudios breves. Estudiamos seis
hermanos. Un año más tarde, Dios, en su infinita misericordia me bautizó con su Espíritu
Santo. También fui promovido al pleno ministerio. Un año después, en la Asamblea General,
fui nombrado Presbítero del distrito de San Salvador, cargo que desempeñé durante varios
años. Viaje juntamente con los esposos Wilkin, primeros misioneros que llegaban a San
Salvador. también viaje al norte y oriente del país, llevando el mensaje de salvación a las
almas pérdidas. En Tejutla fuimos apedreados, pero no nos detuvo y seguimos predicando
en La Palma, Gramales, San Ignacio y muchos lugares más.
Por el año de 1942 se pudo llevar a cabo la Primera Confraternidad de la Iglesia Elim.
Habiendo recibido el ministerio de parte de Dios, tuvimos que sembrar con lágrimas, pues
sabíamos que seguiríamos con regocijo.
En esos tiempos se predicó el evangelio a como hubo lugar. En San Antonio Abad se nos abrió
la puerta por medio de un creyente que cedió su casa para la predicación. Aprovechando
esta oportunidad hicimos el evangelismo con hermanos duros en la fe. Fuimos bloqueados
por el clero cruelmente. Esto por varios meses para que no predicáramos  ahí la Palabra



7     JULIO CÉSAR PÉREZ.
 RELEVO DE LIDERAZGO
“La juventud no es una época de la vida sino un estado del espíritu”. Con este pen-
samiento se identificó plenamente con la juventud cristiana salvadoreña durante ocho años,
Julio César Pérez, quien nació el 22 de julio de 1947, en el Cantón Joya del Zapote, Ciudad
de Atiquizaya (“Tierra de Manantiales”).
Convertido a los 15 años de edad - en plena adolescencia, el  que ha sido líder nacional de 
Asambleas de Dios de El Salvador. Comenzó a ser hombre de dinamismo a nivel de la iglesia local.
Prueba de su anhelo de servir a Dios, es el hecho de que para 1963, a un año de su conversión, ya ostentaba los cargos de: maestro de niños en cuatro campos; maestro de adultos, Superintendente de Escuela Dominical, Presidente de los jóvenes y Secretario de actas del Cuerpo Oficial. En 1964, luego de haberse fogueado en el primer campo, ingresó al Instituto Bíblico, graduándose en 1977, cuando fungía como pastor en Cuscatancingo. Ha cursado Seminarios del Instituto de Superación Ministerial en Costa Rica (1978), México (1981) y Honduras (1982 y 1986).Además de los logros académicos y teológicos alcanzados, nuestro Superintendente ha obtenido dos niveles satisfactorios: El Jerárquico y el familiar.; En 1978 fue electo Presidente Nacional de los Embajadores de Cristo, cargo que desempeño
durante ocho años. En 1986 fue electo Presbítero Ejecutivo, y en la Conferencia Anual de
1988 fue electo Superintendente de las Asambleas de Dios.
La familia Pérez está formada por: Dora Donatila, su esposa; César Jeremías, Abner Esaú,
Deysi Yanira y Heber Otoniel, sus hijos.  El Hno. Julio César Pérez ha dictado  clases en varios
institutos bíblicos desde 1978, esta labor ardua y agotadora , le ha proporcionado gran
popularidad entre los hermanos, por la forma tan peculiar de impartir las clases, como el
de compartir sus experiencias ministeriales.
Es así como esta corta reseña biográfica hace constar la grandeza del Dios único porque cada
página que se escribe de la vida de un siervo de Cristo, es fiel testimonio de la veracidad
de la Palabra de Dios cuando dice: “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso alza del
muladar para hacerlo sentar con los príncipes  de su pueblo” (Salmo 113:7-8).


8     FRANCISCO RAMÍRE ARBIZÚ:
PATRIARCA DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE EL SALVADOR
En una casa de campo, ubicada en el Cantón Santa Rosa, de Ciudad Arce, el día 18 de mar-
zo de 1976, abordé al Hno. Francisco Ramírez Arbizú para hacer la siguiente entrevista.
Enrique Barillas: ¿Hno. Arbizú, cómo llegó a los pies del Señor?
Francisco Arbizú: Llegué a conocer el evangelio durante la convalecencia de una grave enfer-
medad. En 1918 me llegó el libro titulado “La Historia de la Iglesia”. Un libro católico que ahora ya no existe, allí se encuentra el relato de cómo Dios salvó al pueblo de Israel. Me llamó la curiosidad y me impacto de tal manera que sentí que Dios me estaba llamando. Quedé  muy impresionado a favor de la obra del Señor. Cuando regrese a trabajar fui a un taller de zapatería, allí laboraba un hermano evangélico y empezó a hablarme de Dios.
En ese tiempo no había iglesias evangélicas, él era ya creyente; los que aceptaban a Cristo no tenían congregaciones sino que eran simplemente libres. Para esos días sólo éramos un grupito de hermanos que estábamos en Santa Ana, nos congregamos en los cuartos de unos mesones grandes. En la sala se hacían los cultos, en uno de ellos recibí la promesa del Espíritu Santo, demás ya lo tenían. Eran cultos muy alegres, se sentía la presencia de Dios. En el volcán de Santa Ana, la obra estaba bastante crecida. En el cantón de Calzontes Abajo y Lomas de San Marcelino - Cerro Verde -  había otra congregación; así como en la Hacienda de los Naranjos, en Sonsonate. Esas congregaciones no tenían pastor, eran solitos; sólo se reconocían como ancianos a los que eran más antiguos de ser creyentes.
EB: ¿Se bautizó luego con los hermanos?
FA: No, no muy luego hasta que vinieron los mis-
ioneros de Estados Unidos.
EB: ¿Cuándo tuvo la primera entrevista con el
hermano Federico Mebius?
FA: Yo creo que fue en las Lomas de San Marcelino, porque allá vivía él. Nosotros íbamos
seguido a celebrar cultos, pues en ese entonces las Lomas de San Marcelino, era algo así
como un centro, donde los hermanos llegaban a congregarse anualmente para los días de
Semana Santa. Así como hoy, celebramos la Conferencia Anual. Nadie los dirigía o capita-
neaba, sino que ellos iban para allá como una confraternidad. Lo hacían espontáneamente
inspirados por el Espíritu Santo. Era aquello muy alegre, no tenían himnario de himnos
selectos, pero si muchos himnarios pequeños, y con él que se encontraba a la mano con
ese se cantaba.
EB: ¿Qué pasó después?
FA: Después de esto sentí el llamamiento y la inspiración, pero en ese tiempo la mayor
parte se convertían en predicadores. La mayoría que llegaba se inspiraba y predicaba, esto
es como un testimonio.
EB: ¿Antes de ir a Estados Unidos no fue pastor?
FA: No, pues como le digo, no habían pastores; todos se consideraban líderes, entre ellos,
algunos sobresalían, ya que podían hablar mejor y tenían palabras para el mensaje, pero
no había ningún reconocimiento como pastor.
EB: La revista de la Luz Apostólica ¿Quién se la proporcionó?
FA: Me la dio un sastre de Loma Chata, pero parece que él escribió a Estados Unidos y a
Chico Sánchez se las mandaron; éste las repartió. En la revista había fotos de los bautizos
que hacían en los ríos, también se veía como las iglesias estaban organizadas con pastores Quizá un poco cansado el Hno. Arbizú espera a que unos hermanos reparen un tramo de la calle, para que pase el vehículo que los conducirá  al Cantón El Coyolito, en Cha-
latenango.y misioneros, eso despertó la inquietud de darle a la obra esa misma orientación. Once años atrás de que yo ingresará había entrado un misionero de Canadá, Federico Mebius,
nos hicimos amigos. Cuando él pasó por Estados Unidos, sintió el llamado de venir a estos
lugares, no lo envió ninguna misión; en ese tiempo los misioneros salían por cuenta propia.
Él no podía mucho el español, solo unas poquitas palabras como Aleluya, Gloria a Dios, sal-
taba, brincaba y oraba, cuando él gritaba de alegría ¡Aleluya! o ¡Gloria a Dios! los hermanos
recibían la promesa del Espíritu Santo. Cuando vino aquí estaba bastante joven y soltero.
EB: ¿Alguien le sugirió, que viajara a Estados Unidos, o nació de usted?
FA: Bueno, cuando vi las fotos me emocioné y el misionero Mebius me dijo: Mire así se tra-
baja en aquellos países. Nosotros aquí no estamos haciendo nada. Allá hay organización;
entonces le dije que sería conveniente ir a ver como ellos  trabajaban. Fue así como nació
la idea de viajar y tomar los mismos métodos, prácticamente no teníamos orientación. El
hermano Mebius me animó para que fuéramos, hasta me dio una carta para que hablara
con el Hno. Henry C. Ball, quien era el Superintendente de las Asambleas de Dios en América
Latina, pero el hermano sólo me entusiasmó y no me ayudó económicamente. Para realizar
mi viaje tuve que vender un tallercito de zapatería en el cual laboraban unos 20 operarios.
De El Salvador partí, por cierto, en el primer viaje que hacían los automóviles, estrenando todo; era difícil, porque habían hoyos y bar-rancos por todos lados. De Guatemala me fui para Puerto Barrios, en el Golfo de México, de allí viaje a Nueva Orleans, en unos barcos bananeros, después tomé el ferrocarril para San Antonio Texas, y me dirigí a la casa del Hno. Antonio Ball, pues de él llevaba dirección.Llegué a San Antonio Texas, en ese momento se daba apertura al primer Instituto Bíblico Latinoamericano de ese lugar, estuve algu-nos días asistiendo a las primeras clases del Instituto. Allí le comunique al Hno. Ball, como estaba la obra aquí en El Salvador, y que yo iba para investigar y si fuera posible tener conversación con ellos, pero como el hermano todavía no tenía suficiente experiencia en las misiones no me dio esperanza de tal comunicación. Como no me diera esperanza, me vine para México sin saber que allí habría una gran convención de todos los ministros de México y la zona occidental de los Estados Unidos. Llegué y me fui a la Iglesia de las Asambleas de Dios, eso fue en 1927. Tengo la fecha
El Pionero Francisco Ramírez Arbizú, viajó a pie, en mula y a caballo, para llevar el evangelio de Jesucristo hasta los lugares más recónditos de nuestrom país. presente porque conservo el pasaporte que saqué; ese día fue el 24 de septiembre de 1926, así aparece en el pasaporte.
EB: ¿Usted salió después de haber sacado el pasaporte o inmediatamente?
FA: Salí inmediatamente. Y según el pasaporte en esa fecha tenía 32 años.
EB: ¿Qué pasó en México?
FA: Regresé a México y el pastor de las Asambleas de Dios me instó a quedarme para la
convención que próximamente vendría. Eso fue dos años después. Fui a Texas y regresé
a México. Allí espere dos meses hasta que se llegara el día de la convención. El pastor era
David Ruezca, él ya murió; era muy dinámico y me dijo: Mire, eso que el hermano Ball le
haya dicho que no, es porque él no sabe como se hacen estas cosas, aquí van a venir todos
los pastores de las Asambleas de Dios, y entonces vamos a arreglar eso, no se vaya. Por eso
me quedé y cuando ya vinieron todos los hermanos a cada uno les iba hablando de mí y
les decía como estaba la obra en El Salvador. Cuando ellos vinieron no hubo dificultad para
que nos apoyarán; nos ayudaron, dirigieron y nombraron un misionero para que viniera
aquí, ese fue Jorge Blaisdell.
Este misionero no se vino conmigo, sino al año, con él recorrimos la obra. Los grupos eran
pequeños, no muy fuertes, los visitamos e invitamos para que se reunieran en una confer-
encia. Fijamos el día e hicimos todos los preparativos. Al llegar la conferencia, se fundó la
primera organización en las Lomas de San Marcelino, la cual hasta hoy se llama Iglesia de
las Olivas.
EB: ¿Recuerda cuántos pastores llegaron?
FA: No habían pastores, pero llegaron como veinte representantes; allí empezamos a nom-
brar los primeros pastores. En esa reunión no elegimos Superintendente. Yo vine como pastor
Dos pioneros que hicieron historia en el evangelismo de El Salvador: Hnos. Melvin Hodges y Francisco Arbizú. en la celebración del Cincuentenario de las Asambleas de Dios , realizado
en el Tabernáculo
n 1980.ordenado de los Estados Unidos, por cierto fui el primero, así que tuve que llevar la batuta.
Habían dos tipos de licencias una de predicar y otra de ordenación. Recibí la ordenación
en enero de 1928. Dirigí la obra en El Salvador porque el Hno. Blaisdell fue a los Estados
Unidos, al Concilio General en Springfield, Missouri, para dar el reporte del avivamiento
que se vivía en el país. Esto fue después de la conferencia y luego de seis meses de estadía
en nuestra nación. 
EB: ¿Cuando el hermano Blaisdell regresó a los Estados Unidos, sin duda llevó buenas
noticias?
FA: Sí. Al  año yo regresé a ese país, a la Conferencia General que se realizaba en San Anto-
nio Texas y allí presenté el inicio de la obra en El Salvador. En ese lugar conocí al hermano
Williams y a otros misioneros, ellos me preguntaron acerca de la obra, les di todos los datos
y me dijeron que estaban dispuestos a venir. Entonces los motivé para que nos visitarán
y se vinieran con nosotros. Les conté que la obra aquí estaba muy desorganizada, que
nos faltaba mucho por hacer. Ellos vinieron aproximadamente unos dos años más tarde,
después de ese encuentro.
Cuando regresé al país, les dije que vendrían unos hermanos misioneros y que cuando
vinieran, visitaríamos nuevamente las iglesias, convocándolas para celebrar la Primera
Conferencia de las Asambleas de Dios en El Salvador, que por cierto fue en Ahuachapán,
en una casa particular que se había alquilado. Llegaron por lo menos cincuenta delegados,
porque en ese tiempo ya habían iglesitas establecidas u organizadas; la obra iba creciendo
muy rápidamente.
EB: ¿Hermano, recuerda en que año se fundó el primer Instituto Bíblico?
FA: El primer Instituto Bíblico… bueno, al principio lo que teníamos eran breves estudios.
Estos se llevaron a cabo en las Lomas de San Marcelino, El Congo.
EB: ¿ He oído que comenzó en Quezaltepeque?
FA: Se puede decir que sí. Cuando el Hno. Williams vino, eso fue lo que hizo, dar breves estu-
dios, comenzó en las Lomas y de ahí pasaba a otro pueblo, se estaba hasta un mes. Primero
empecé a ir solo y llegó un hermano que vive en la capital, José Águila y es Bautista, él vive
por el Barrio la Vega, en San Jacinto. Aunque no se hizo pentecostal, le gustaba mucho y
trabajaba con nosotros; era vendedor de libros.
EB: ¿ Con los pioneros de la Iglesia Bautista no tuvo contacto usted?
FA: No, la verdad que no.
EB: ¿Y con el Hno. Bender, el que había venido con el Hno. Federico Mebius,?
FA: Ah, éste era el primer misionero que había venido al país, él pertenecía a la Misión Cen-
troamericana, era un gran hombre muy espiritual y bien preparado.
EB: ¿Pero parece que él había venido con el Hno. Federico Mebius?
FA: No, este hermano era bautista y el hermano Mebius era puramente pentecostal, en ese
entonces les llamaban apostólicos; después ellos se hicieron amigos.
EB: ¿Se tiene un dato de quién trajo la primera manifestación pentecostal?
FA: Fue Federico Mebius. En ese tiempo la obra de Estados Unidos estaba en embrión, to-
davía habían movimientos de organizarla cuando él se vino para el país. Esta obra pentecostal era bastante nueva y por eso es que había mucha persecución de parte de otras misiones; porque era extraño para ellos eso del pentecostés. Teníamos la capilla en una casa particular.
EB: Cuando comenzó a predicar en Santa Ana, ¿invitó
a líderes y lo acompañaron?
FA: Cuando ya estábamos organizados, muchos no nos siguieron sino que se apartaron, de ahí fue que nació la Iglesia de Dios, porque el misionero Mebius también se apartó y dijo que la obra no era de Dios sino de los hombres y nosotros teníamos que ser libres. De allí quedó el nombre de los libres; era una lástima que el hermano se apartará.
EB: ¿Pero el hermano no se fue ni con la Iglesia de Dios?
FA: No, de la Iglesia de Dios, enviaron al Hno. Pery Diamon, a reconocer si había algo y no
halló nada porque todos andaban ambulantes; por eso es que él se pasó a las Asambleas
de Dios. El asunto fue que el Hno. Mebius, se apartó porque tuvo discusión personal con
el Hno. Williams.
EB: Quiere decir que el fundador fue Mebius, pero no se quedó con ellos; ¿tuvo problemas
después?
FA: No, yo creo que el Hno. Mebius si tuvo problemas, porque él sufrió mucho; contrajo
matrimonio con una hermana de Izalco, de nombre Rodriga; cuando se casó vivieron en
las Lomas de San Marcelino. El murió pobre.
EB: ¿Ustedes se casaron bien jóvenes?
FA: Sí, ella tenía 19 y yo 27 años. Elvira, ya era evangélica porque nació en el evangelio, yo,
medio cristiano. Mi esposa se congregaba con los centroamericanos, misión fundada por el
Hno. Roberto H. Bender. Allí hubo una división por la llegada de un misionero de apellido
Chapman, quien se unió a ellos y estando allí, resultó que no venía por los centroamerica-
nos sino por los Bautistas. A los meses se declaró que era Bautista. En ese tiempo la iglesia
estaba formada por los centroamericanos bajo la dirección de Bender, fue entonces que
unos se quedaron con Chapman y otros con Bender. Bender aconsejaba a los creyentes
centroamericanos que si alguna vez se desorganizaba la iglesia o desaparecía que se pasaran
con la Iglesia de las Asambleas de Dios, era un hombre de Dios. Desde ese tiempo viene este
muchacho, Eliseo Echegoyén, hijo en la fe de Bender, yo lo conocí cipote, y ya predicaba, lo
prepararon bien porque fue a estudiar a Guatemala y salió muy inteligente.
Mi mamá - habla Elvira Recen, esposa de Arbizú - me contaba que llegaban los católicos
adonde mi papá, abuelo, que era profesor, y le echaban agua bendita y lo mojaban todo,
y como era bien callado no decía nada, solo miraba la Biblia; mi mamá como estaba bien
cipota, les gritaba que se fueran. Antes los católicos salían con un cajón grande e iban con
un tambor adelante diciendo que lo adoraran, y si no lo hacían eran la mula del infierno; y
aquí comenzaban los debates con los cristianos.      
 EB: Sus papás ¿con quienes aceptaron a Cristo?
Elvira Recen: Ellos aceptaron con estos señores con quien se congregaba la
niña Simonita (Los centroamericanos). Mi papá estaba joven cuando se casó
con mi mamá, allí no aceptaban, sólo se congregaban y cuando sentían el
deseo de bautizarse pedían el bautismo; era entonces cuando los llamaban,
los hincaban y les rociaban un vaso con agua.
EB: ¿Usted se bautizó junto al Hno. Arbizú?
ER: No, yo me bauticé cuando vino el Hno. Williams, esto fue en el baño de
Apansagua. Ella no quería bautizar,- dice el Hno. Francisco Arbizú- porque
decía que ya se había bautizado. Cuando ella comenzó los hermanos no
tenían sabiduría ni reglamentos, hubo muchos que se bautizaron así.
EB: Y en la Conferencia ¿qué cargo le dieron Hno. Arbizú?
FA: El cargo de Presbítero - Secretario, lo que llamamos hoy presbíteros,
9     JULIO CÉSAR RODRÍGUEZ
 En Barrio San Esteban de San Salvador nació el 2 de febrero de 1914, Julio César Rodríguez,
siervo de Dios que dedicó su vida al servicio de Dios. He aquí su relato: “Crecí, como dice el
canto, en la dura inclemencia, pues fue mi madre quien cuidó de mí. Aun recuerdo el canto
con que me arrullaba cuando yo era un niño. En mi juventud me gustaba cantar mientras  trabajaba en el taller; me gustaba cantar cantos de José Mónica, que entonces estaba en su apogeo en el cine. Mi canto cansaba a mis compañeros y me decían: anda a cantar al concurso de los aficionados de Paco García. Este concurso de canto en el público era divertido pues a los concursantes que fallaban eran sacados a golpes simulados por una persona vestida de policía”.
Decidí ir a concursar y me presenté ante el público todo nervioso. La concurrencia era bastante difícil. Luego que el público se calmó empecé a cantar y mientras cantaba fui cobrando ánimo, me ovacionaron y se me quitó el miedo. Fui la segunda vez y al solo presentarme comenzaron los aplausos. Los aplausos me dieron confianza. Esta noche me hicieron cantar tres veces. Es-
taban en su apogeo las canciones de Agustín Lara, así cante “Murcia”, “Granada” y “Rival”. Esta noche gané el primer premio. Estaba presente don Fernando Mélendez del Valle, Tenor Nacional, quien me felicitó por mi voz y me ofreció clases de canto gratis. El cine Ápolo se lleno de ovación tremenda al saber de mis premios obtenidos. Así me hice popular en el mundo de la música; cante en las veladas de compañía Ari Ana la esposa de don Fernando, una famosa bailarina húngara. Tuve la oportunidad de cantar en todos los teatros de la capital, en la radio. Una noche en Santa Tecla, saboreando mis éxitos obtenidos “El castillo que formé se derrumbó como dice la can- ción, pues mi hermana y mi madre en menos  de 15 días fallecieron. Ellas eran mi única  familia”.Después de rodar en  el mundo sin Dios y sin esperanza; cansado  de penas que yo mismo había acar reado,  decidí poner fin a todo este mal hacién- dome hombre de hogar y consegui r una  compañera con quien afrontar las penas de  la vida. Fracasé en este Intento. Me encon tré en la bifurcación del camino de la vida;  me tiraré al abandono o hacerme de mi taller.  No hallaba qué hacer; los pensamientos  venían a mi mente.Pensando tomar una  decisión con mi vida me encontraba cuan- do un amigo que había conocido en una  condición lamentable igual que la mía,  llegó a trabajar al taller de zapatería, donde nos habíamos conocido desde niños. Pero que maravilla; estae hombre
amigo mío de la infancia estaba completamente cambiado. Me habló del evangelio y de
la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. Comencé a sentir deseo de oír más de lo
que él me hablaba. Este deseo me hizo estrechar más la amistad con él. Se despertó en mí
un deseo y sed de oír Palabra de Dios, que yo mismo no entendía. Se me ocurrió dirigirle
bromas que antes compartíamos con mucho amor y paciencia. Un día me citó un versículo
que me revolucionó y pensé mucho en él”.
El versículo que me dijo fue este: “No seáis niños en el sentido, sino sed niños en la malicia;
empero perfectos en el sentido” 1º Corintios 14:20. En mi corazón esta palabra fue viva. Sentí más afecto por mi amigo pues desde niño nos conocimos. El siempre continúo hablándome del evangelio hasta que un día decidí ir con él a la iglesia en San Miguelito. Esa noche predicó el Hno. Froilán Huezo y su mensaje se refería a lo que habíamos platicado en el camino con mi amigo. Yo pensé: ¿Cuándo platicó con este pastor mi amigo? Pues hablaba de las mismas contrariedades que había tenido en el camino conmigo. La situación de mi vida, la Palabra oportuna y los consejos de mi amigo me hicieron reflexionar que Dios me estaba llamando y fue así como el 5 de marzo de 1944, la segunda vez que iba a un culto, levanté mi mano aceptando a Jesucristo en mi corazón. En diciembre de ese mismo año fui bautizado en agua. Seguí cantando, pero esta vez cantando himnos al Señor pues en mí había una nueva canción.
Me oyó cantar el Hno. Pablo Finkenbinder, predicador del programa radial “Un Mensaje a la
Conciencia”, quien me acompañaba en el piano y me invitó a presidir el tiempo de los cantos
congregacionales. Ingresé a estudiar en el Instituto Bíblico en Santa Ana en 1945. Tengo
43 años de servir a Dios en el ministerio pastoral. He aquí las iglesias que he pastoreado:
San Julián, giras por Oriente con Hno. Pablo, El Guayabo, Elim, San Salvador, Juayúa, Ataco,
Chalchuapa, Armenia, Apaneca, El Congo, Cruz Verde, Col. España, Santa Ana; Enmanuel
y Santa Ana”.
Hno. Julio César Rodríguez contrajo matrimonio con Hna. Francisca López, en el año de
1953 en iglesia Elim,- hoy Centro Evangelístico en 2ª av. nte,  San Salvador. Han procreado


10     ALBERTO SALAS  BARILLAS
Alberto del Carmen Barillas Salas, mejor conocido como Alberto Salas Barillas; nació en
El Porvenir, Depto. de Santa Ana el 8 de abril de 1924.

Creció en la hacienda El Cocal en Chalchuapa Dpto. de Santa Ana.  Su infancia transcurrió en medio de las tareas agrícolas que se desarrollaban en la hacienda, con cierto grado de comodidades en su grupo familiar debido a que su padre era el administrador. Alberto recuerda que desde muy chico asistía junto a su madre a una pequeña iglesia de la Misión Centroamericana; aunque su padre no era creyente todavía. La influencia del cristianismo durante su niñez, marcaría la pauta para un encuentro personal con  Jesucristo en su juventud.
  En 1942 a sus 18 años, fue reclutado por el ejército y destacado en 100 Regimiento de Infantería en San Vicente. Como soldado peleó en el golpe de estado que derrocó la dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, obteniendo el grado de sargento de infantería.   A su salida del servicio militar (1944), Alberto sintió el deseo de acercarse a Jesús, basándose en las enseñanzas de su madre, finalmente aceptó a  Jesucristo ese mismo
año.
Un buen soldado de Jesu-  Desde su conversión, Alberto sintió el deseo de hacer algo por la obra de Dios. Lo primero que hizo fue preguntarle a su mamá si estaba diezmando; su sorpresa fue, que su madre no sabía a que se refería Alberto con  “los diezmos”. En ese entonces, el pastor de la iglesia a la que asistían, pasaba por situaciones económicas muy difíciles y decidieron enviarle los diezmos que le tenían retenidos al Señor.  El deseo de servir al  Señor creció en el corazón de Alberto, él no era uno de esos creyentes que se conformaban con ocupar un lugar en las bancas de la iglesia. En una ocasión, durante un culto de acción de gracias celebrado en su casa, Alberto, lleno del Espíritu Santo; predicó la palabra. Él recuerda que en esa ocasión, solo había una persona en la habitación  que no había recibido a Jesús como su Señor y Salvador, la cual al final de su mensaje se convirtió al evangelio.  Las personas que le rodeaban, vieron en él, un instrumento a quien Dios podría usar; fue así como decidieron confiarle la primera congregación que pastoreó. La iglesia estaba ubicada en el cantón Las Tablas de Chalchuapa.
  En 1947 ingresó al Instituto Bíblico Betel de las Asambleas de Dios, en la Ciudad de Santa Ana. En el Instituto tuvo como maestros a otros siervos de Dios como: el Rev. Williams, el Hno. Melvin Hodges, el Hno Linvall, Pablo Finkenbinder (Hno Pablo) y el Hno. Francisco Arbizú (con quienes desarrolló una gran amistad).
  Durante su ministerio fungió como pastor en mas de siete iglesias, ha sido Presbítero
de Distrito y en una ocasión (1947), representó a El Salvador junto al Hno. Melvin Hodges
en la Conferencia Latinoamericana de las Asambleas de Dios celebrada en Guatemala.
  Un año después (1948) se casó con Manuela Cabrera, con quien procreó ocho
hijos, de cuales dos han fallecido. Betty una de sus hijas, sigue los pasos de su padre en el
ministerio; y actualmente pastorea en  Johnson City, New York. La familia Barillas Cabrera,
pasó por muchas dificultades; especialmente en el desarrollo del ministerio de Alberto.
  Él recuerda que mientras pastoreaba en el cantón El Refugio de Chalchuapa, la gente
de ese lugar era hostil y no les quería vender nada, esto; debido al fanatismo religioso que
esas personas reflejaban. En esa oportunidad, Alberto deseo regresar a sus trabajos agríco-
las en la hacienda El Cocal, y dejar a un lado el ministerio, debido a la difícil situación que
atravesaba él y su familia. Pero el Señor habló a su corazón dándole fuerzas para continuar en pie de lucha.
  Así también tuvo que enfrentar turbas enardecidas que le apedrearon y intentaron
lincharle en Quezaltepeque, pero Dios siempre estuvo allí para protegerle.
  No todo el recorrido ministerial de Alberto ha sido escabroso, Dios ha sido bueno
con él. Cuando pastoreo una pequeña iglesia en el cantón  El Salitre (???),  hubo una visi-
tación especial del Espiritu de Dios, muchas personas recibieron la promesa del Bautismo
en el Espíritu Santo y se desató un avivamiento pentecostal en ese lugar  de tal forma que
la obra prospero e impactó la comunidad de El Salitre.
  Después pastoreó otra Iglesia en San Miguel, donde Dios fue fiel a sus promesas y
veló por todas las necesidades de la familia Barillas. El ministerio no era una profesión lu-
crativa para poder mantener y educar a una familia tan numerosa, pero Dios en su bondad,
permitió que sus hijos estudiaran y salieran adelante; honrando a sus padres y superándose
académicamente.
  En su ministerio Alberto ha visto la mano de Dios, ha visto sus maravillas a través de
milagros de sanidad divina,  en la vida de otros y en la suya propia. Mientras trabajaba en la
construcción del templo en Quezaltepeque (???), un clavo se introdujo en su pie causándole
una grave infección de tétano, que lo llevó al borde de la muerte. Mientras sentía que la
muerte llegaba, con su cuerpo agobiado por la fiebre clamó al Señor, diciéndole que antes
de morir deseaba verle. Esa noche, Señor mismo se le mostró en su cama en el hospital,
diciéndole que no temiera, Satanás deseaba zarandear su cuerpo pero  Él no habría de
abandonarle. Así fue como vio que espíritus inmundos llegaban para golpear su cuerpo,
pero no le causaban daño. Después de estar  a punto de morir poco a poco se recuperó.
Cualquier persona podría pensar que lo que Alberto relata es producto de su imaginación o
su terrible enfermedad. Pero muchas personas esa noche en el hospital vieron el resplandor
de la presencia del Señor en esa habitación y debido a este milagro muchos enfermos se
convirtieron a Jesucristo. Aun uno de los médicos que le atendía (quien no tenía muchas
esperanzas en su recuperación) dijo que la sanidad de Alberto sólo podía ser un milagro
de Dios.
  Antes del terremoto que estremeció nuestro país, Dios claramente habló a Alberto
diciéndole que traería juicio a este país. La madrugada del 13 enero de 2001, Alberto se
preparaba para salir; junto a unos hermanos de la congregación que pastorea, hacia la
playa de San Diego; en donde celebrarían unos bautismos y a la vez tendrían un tiempo
de recreación. Esa mañana Dios volvió a hablar a su corazón confirmándole que ese era
el día de la catástrofe. Alberto se los compartió a los hermanos y les dijo que si querían se podían quedar, pero que  el bautizaba  e inmediatamente regresaba, pues estaba tan
convencido de dicho evento, los hermanos no le permitieron regresar sólo y retornaron
junto a él después de los bautismos. Y mientras iban entrando a San Salvador el terremoto
comenzó. Dios cumplió las palabras dichas a Alberto, y gracias a Dios, en su iglesia y en su
familia no hubo ninguna desgracia que lamentar.
  En la vida de todo ministro de Dios, existen valles de sombra y de muerte, pero es allí
donde la mano de Dios se ve claramente y su misericordia se derrama aún más. La vida de
Alberto Salas Barillas es un reflejo de lo que Dios puede hacer con quienes se dejan mold-
ear a su imagen y semejanza, es un ejemplo de una persona a quien Dios a quebrantado
pero también ha levantado con su diestra de misericordia. Alberto Salas le ha compartido
el evangelio a  cerca de 60 mil personas no sólo en nuestro país sino también en los Esta-
dos Unidos y Centroamérica, Dios le ha llevado junto a su concertina (que es uno de sus
pasatiempos favoritos) a lugares donde el no imaginaba estar, respaldándole con milagros
y manifestaciones del poder del Espíritu Santo.
  Hoy ya no es el joven que montaba a lomo de mula, llevando la palabra por los
cantones y aldeas del Occidente de  El Salvador;  junto a otros generales del ejercito de Dios
como el Hno. Pablo  y el Hno Arbizú. El correr de los años se ve reflejado en su cuerpo de 78
años de edad de los cuales 55 los ha dedicado al ministerio. Junto a su esposa pastorean
una Iglesia en San Ramón al sur oeste de San Salvador , sigue en pie de lucha, sigue como
buen soldado fiel a quien le llamo al más grande de los ejércitos. Esperando el retorno de
nuestro Señor, al sonido de la trompeta, para poder abrasarle y besar su rostro, y cosechar
con regocijo, lo que con lágrimas sembró. Así como aquellos cuyas vidas se entregaron por
completo al servicio del Señor, los más que vencedores; serán coronados por Jesucristo,
sabemos que Alberto Barillas (el Hno. Beto Salas) también  será galardonado por aquel que
lo llamó a su servicio.
  Tú, puse, sé partícipe de los sufrimientos como buen soldado de Cristo



El Espíritu Santo, promesa del Padre, se está derramando, bendiciones del cielo pueden contemplarse cual lluvia temprana. mensajero del cielo su mensaje predica, le cantan y oran; //y una fiesta gloriosa es aquella que vemos, como el día esplendente del Pentecostés.// Si nosotros pedimos la unción de lo alto también gozaremos; que el Espíritu Santo llene nuestras vidas de gozo inefable. bellos dones tendremos y de fiesta estaremos, cantando aleluya; //sanarán los enfermos al ponerles las manos, porque Dios es el mismo desde ayer hasta el fin.// y sigue lo mismo En el día anhelado, cuando Cristo descienda, con grande potencia, cantarán las estrellas, los cielos y mares, los ríos y montes. y todo el universo lucirá regia gala, con la gloria de Cristo, //¡Qué glorioso ese día cuando Cristo descienda; pues a todos sus fieles arrebatará!.//...



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