OBREROS
DE DIOS SALVADOREÑOS: ANTORCHAS ENCENDIDAS:
1. JUAN ALBERTO BENAVIDES, 2. JOSÉ MARÍA BERMUDES: DEL CAMPO AL
PÚLPITO. 3. VÍCTOR BASIL DAHER:
EVANGELISTA APÓSTOL 4. JULIO CÉSAR
PÉREZ. RELEVO DE LIDERAZGO. . 5.
FRANCISCO RAMÍRE ARBIZÚ: PATRIARCA DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE EL SALVADOR. 6.
JOSÉ GUSTAVO GALDAMEZ5. 7 FROILAN HUEZO
Dios usó
en la reforma del siglo XVI a hombres ilustres como Lutero, Calvino, Erasmo,
etc. En cambio en el derramamiento del Espíritu Santo de este siglo Dios usó a
hombres de pocos estudios, algunos de
ellos apenas estudiaron unos pocos grados de primaria, pero que entregaron sus
vidas en las manos de Dios y el Señor los convirtió en gigantes, multiplicando
sus talentos. Estos hombres se metieron entre matorrales, cruzaron cantones,
valles y pueblos de El Salvador encendidos de el poder de lo alto para anunciar
las buenas nuevas de salvación a las almas pérdidas. Nada los detuvo: Ni la
persecución, ni la escasez económica; ellos confiaron que Dios proveería y así
fue. Podemos mencionar entre estos hombres a:
1 JUAN ALBERTO BENAVIDES
Nació el
19 de mayo de 1920, en un sector rural: Uluazapa, San Miguel. A los 8 años conoció a Jesucristo
y desde esa edad comenzó su entrega progresiva al ministerio de la Palabra. Sus
aguas bautismales las recibió en una confraternidad de El Tinteral en 1938.
Experimentó el bautismo del Espíritu Santo en 1945, cuando tenía 25 años de
edad y pastoreaba su segunda iglesia: La de Ciudad Barrios. Contrajo matrimonio
el 9 de septiembre de 1945 con la Hna. Blanca Isabel Alas, procreó ocho hijos,
incluso entre sus hijos hay dos esposas de pastores. Todos conocen Jesucristo.
Fueron mucho los cargos que ostentó el Reverendo Juan Alberto Benavides Sosa;
pero lo que más le interesaba era su familia, y por ende
2 JOSÉ MARÍA BERMUDES: DEL CAMPO AL PÚLPITO
José María Bermúdez es uno de los obreros más
antiguos de las Asambleas de
Dios.
Nació el 1º de abril de 1909, en la ciudad de Quezaltepeque y procreó 12 hijos
con
su
esposa, Elena Linares. Hermano Chema sirvió al Señor por más de 60 años. He
aquí su
relato:
“Fui un
huérfano. Mi padre falleció cuando yo tenía un año de edad. Mi madre tam-
bién se
fue y me dejó con mis abuelos. Al fallecer ellos me quedé con unos tíos.
Asistí a
la escuela pocos meses, y a los diez años comencé a trabajar en un beneficio
de café.
Ahí, en un incendio, tuve un accidente y me quemé gran parte del cuerpo. Perdí
la
oreja
derecha y quedé cicatrizado para toda la vida”.
“Ya
muchacho, cuando los cultos eran libres asistí casi por seis meses, pero no me
convertí.
En esos días se iniciaba la labor de las Asambleas de Dios en El Salvador y
para
conocer,
la obra pentecostal realizada, vino al país el misionero Enrique C. Ball a
Quezalte-
que. Ese
día se bautizaron 22 hermanos y organizaron la iglesia de esa localidad;
colocaron
al
primer pastor y diáconos. Fue entonces cuando el Señor llamó a mi puerta. Pues
ese día
desde
muy temprano, sentí algo extraño en mi corazón. No asistí a los bautismos
porque
tenía
trabajo de gran responsabilidad y era día de pago. En la tarde cuando regresé
del
trabajo
me preparé para ir al culto. Los de la casa no creían que iba al culto, pues yo
era
muy
mundano; no tenía a nadie ni nada que me detuviera y era absoluto. Esa noche
acepté
a
Jesucristo.
El culto
ya había terminado y el Hno. Ball saludó a todos los asistentes. Cuando
llegó
frente a mí, me dirigió una pregunta: ¿Quieres ser soldado de Cristo? Yo
contesté: ¡Sí ¡
quiero!
El Hno. pronunció un fuerte ¡Aleluya!, oró por mí y sentí que el Señor
circuncidó
mi
corazón. Ya no sentí el deseo de practicar aquellas cosas que en mi corazón
estaban
arraigadas:
Cigarros, naipes, dados.
Al mes,
me bauticé en aguas sin doctrina porque no había reglamento local. Luego
al año
ya era diácono y recibí el bautizo en el Espíritu Santo. En 1931 asistí por
tres meses al
primer
estudio que nos dio el Hno. Williams. El siguiente año fui a Santa Ana a
estudiar mí
segundo
año y posteriormente regresé a mi iglesia para trabajar como diácono,
secretario
Y
maestro de Escuela Dominical”.
En 1934,
el Hno. Arbizú era Superintendente Nacional de la obra y me buscó para
llevarme
a mi primer campo de predicación en el Departamento de Jutiapa, valle de Hor-
cones,
Municipio de Atescatempa, en la República de Guatemala, lugar donde estuve solo
dos
meses debido a problemas de migración. El Hno. Ramón Bruno ya tenía seis meses
de
predicar
en Atescatempa y juntos tuvimos que abandonar Guatemala y regresar al país.
¿Veinte
años tenía yo, en 1929 cuando acepté ser soldado de Cristo en las Asam-
bleas de
Dios, desde entonces soy miembro de tan magna obra. En esos tiempos la obra
evangélica
era diferente.
Todo era
desfavorable: La mayor parte de las iglesias no tenían templos, las confe-
rencias
se realizaban bajo enramadas, no tenía edificio el instituto bíblico, ni
trastos para
los
alimentos. Los estudiantes llevábamos de nuestras casas: plato, cuchara, taza y
cama.
No había
pupitres y los que tuvimos fueron hechos de cajones viejos por el Hno. Rafael
Williams
quien también hizo hamacas de manta “dril”. Para bañarnos íbamos a un pequeño
río y
los sábados nos mandaban a visitar las iglesias a pura “infantería”, para
regresar al día
lunes.
En 1937 todavía se alquilaba el local para albergar el instituto bíblico. Para
1940 con-
tando ya
con el edificio del instituto en Santa Ana graduamos seis alumnos, de los
cuales
a la
fecha muchos pasaron ya a la presencia del Señor.
“Donde
estuve de pastor”. “Nunca estuve conforme en predicar solo en el templo sin
llevar
el evangelio a los campos blancos. Me causa gozo cuando visito algunos de
aquellos
campos,
que ahora son fuertes iglesias, bien organizadas, tales como El Tinteral y
Ciudad
Arce”.
Predique en las Costas del Bálsamo, Guascorán y Oriente.
Además
de esos lugares, el Hno. Bermúdez también ha servido al Señor realizando
su labor
de pastor en el Pinalito, San Jorge, El Congo, Las Lajas, y otras poblaciones.
Cuando
estuvo
de pastor en La Palma, Chalatenango, fue a Honduras en la gran comisión y
durante 28 Años de ministerio.
3 VÍCTOR BASIL DAHER: EVANGELISTA APÓSTOL
Víctor
Basil Dagher, conocido evangelista, quien ha celebrado muchas campañas a lo
largo y ancho de nuestro país. Además, tenido que ver con la fundación de más
de 200 iglesias según sus propias palabras. A continuación su testimonio: “En
el año de 1902, el 8 de septiembre, su servidor nació en Belén, Palestina, fue
el tercer hijo de la familia. Mi padre se llamaba Basilio Kalil Basil y mi
madre Hanna Daher de Basil.
La
familia de mi mamá son descendientes de San Mateo y han venido conservando el
evangelio de generación en generación. Mi padre fariseo de fariseos, hablaba 10
idiomas y 7
dialectos.
Durante la Primera Guerra Mundial, en 1914, tuvo que ir al frente con el
mariscal Von Gerderson. Mi mamá creyó que él no iba a regresar del frente y
reconcilió con el Señor en la Iglesia Luterana. Mis hermanos y yo fuimos
bautizados en dicha misión. Regresó mi
papá y
luego tuvimos que seguir el judaísmo, pero en mi quedó sembrada la semilla del
evangelio. Luego nos fuimos para Managua, Nicaragua, pero no le gustó a mi papá
y nos venimos a El Salvador. Emprendí una fábrica de camisetas, calcetines,
cintas de zapatos, trencilla y encajes. Luego empecé a asistir a algunas
congregaciones: La Apostólica, donde el hermano Pilar Calderón. Me di cuenta
que yo no era nada según el evangelio que aquí en El Salvador se practicaba,
porque fumaba, tomaba toda clase de licor, practicaba la mundanalidad. Siempre
insistía buscando la manera de estar en el evangelio, pero los amigos me
inducían al mal y como en la denominación que acepté desde el pastor, diáconos
y ancianos hacían lo mismo, para mí no era extraño imitarlo.
En 1946,
se me invitó a una reunión en La Garita, en la Asamblea de Dios que se llamaba
“Elim”. Posteriormente me encontré con el hermano Francisco Arbizú y me dijo:
“Que privilegio sería para nosotros tener un hermano judío”. Fui con él pero el
poder mundanal podía más en mi persona.
Los
planes de Dios son tan distintos a los nuestros. Empecé a fracasar en mi
empresa por la vida des ordenada que llevaba, comencé con más fuerzas a tomar
licor, hasta que un día de parranda llegué a la fábrica y vi unos guardias en
la puerta y me dijeron: “¿Quién es usted?”. Les dije, ¡soy el dueño!
Ellos me
respondieron: “No puede entrar porque ya le embargaron todo”, les dije: mi
esposa y mi hijo están allí. Inmediatamente fueron y la sacaron con el niño que
tenía tres meses. No le dejaron sacar ni un vestido ni una mantilla. Con la
ropa de dormir estaba en la calle. Luego, me hice que estaba malo del corazón y
les dije: Déjenme pasar a traer las pastillas porque sino me muero, pero ellos
me dijeron: “¡muérase!”
Yo no
tenía nada, lo que quería era sacar una escuadra de 45 y unos ¢ 3,000.00 que
tenía en el escritorio, dárselos a mi esposa; luego matar a los guardias y
suicidarme.
No fue
así. Mi esposa me dijo que Juan Zacarías, me debía una factura por ¢ 1,500.00,
fuimos, la
cobramos
y me hospedé en el Hotel Florida y empecé a trabajar comprando relojes y
vendiéndolos a los coyotes.
Me
apareció un terrible dolor en el costado derecho. Fui a consulta y me dijeron
que si me operaba había posibilidad de que no me levantara de la cama. Visite
cuatro doctores más y me dijeron lo mismo. Mi esposa afligida le puso una carta
a la mamá explicándole mi problema. Al llegar a la casa me dice: “El Señor es
poder y potencia, él puede sanar”; pero como en la doctrina luterana no creen
en la sanidad divina, le dije: No sea loca, como puede creer que con sólo una
oración voy a sanar.
¿Cree
que Jesús va a bajar del cielo y me va a sanar? Hasta que ya no soportaba el
dolor le dije: valla a llamar a sus hermanos. Llamamos a los hermanos Antonio
Pérez, José Belloso y José Besa, acompañado del Hno. Chepito de las Asambleas
de Dios. Oraron por mí y me dijeron: “Tenga fe, puede dormir tranquilo”. Mi
suegra me dijo: “Ya ve que poderoso es el Señor”. Le dije: ¡No hombre! lo que
hicieron fue hablar al revés, otro gritar, otro llorar. No moleste Sra. no soy
tonto ni loco para creer en semejante cosa. Inmediatamente caí al suelo con más
dolor, ya no hallaba que hacer: me ponía boca abajo, me daba vuelta de un lado
a otro y el dolor más y más. Por fin le dije: vaya a llamar a sus hermanos,
pero lo dije con un poco de fe.
Al
llegar los hermanos bajo una gran tormenta, le dije a mi suegra, deles una
toalla para que se sequen y una taza de café para que se calienten. Me dijeron:
“No hemos venido a comer”.
“¿Cree
que el Señor lo puede sanar si o no?” Yo les dije que ¡si! Me acosté y ellos
empezaron a orar, y yo a llorar. De repente se me durmió todo el cuerpo y un
nudo en la garganta que no pasaba. Yo estaba afligido, me dijeron “¿Cree que ya
está sano? ¡Si creo! Al irse ellos me salía pus por los poros. Dije que
contacto tienen los poros con el hígado. Luego me dio hambre, comí y me dormí.
Al acostarme me volvió a salir pus; me asearon y luego me acosté hasta el
siguiente día. Fui donde los doctores y todos extrañados que ¿Cómo era eso?, y
les dije que Cristo me había sanado. Después fui a la iglesia. Les conté lo que
Dios había hecho en mí y les dije que quería reconciliar. Oí el mensaje del
Hno. Froilan Huezo. Empecé a tener una nueva vida. A los pocos días fui
bautizado con el Espíritu Santo. Sentí el deseo de predicar. Fui a Santa Ana a
recibir clases con el Hno. Melvin
Hodges y
el Hno. Rafael Williams.
El costo
de las enseñanzas era de ¢ 0.15 ctvs. Por cada noche. Hermano David ¿Qué
apellido? Y Hno. Arturo Limvall me dijeron que mi ministerio era de evangelista
4 JOSÉ GUSTAVO GALDAMEZ
En el año 2000 las Asambleas de Dios de El
Salvador, estarán celebrando 70 años de
fundación
y de victoria.
Para la
extensión de la obra de la iglesia aquí en la tierra, Dios ha levantado líderes
para
llevar a
cabo la gran comisión y ganar al mundo para su reino.
En El
Salvador, uno de los grandes líderes que Dios levantó, fue nuestro querido
hermano
José Gustavo
Galdámez .Esta es la historia de este gran siervo de Dios: Desde pequeño tuvo
una formación muy religiosa, su familia Católica Romana le heredó dicha
religión. Por eso sus padres decidieron que debería estudiar para sacer-dote, y
fue así como lo enviaron al Seminario Salesiano. Fue sincero al comenzar a
estudiar, siempre había considerado a los sacerdotes como hombres de Dios, y
fue para él una terrible desilusión al ver que muchos no vivían a la altura de
sus ideales. Gradualmente llegó a la conclusión de que la religión y
negocios
frecuentemente eran
términos
similares; por eso a los tres años abandonó el seminario, para buscar un empleo
Secular.
Paulatinamente cayó en una vida de placeres y perdición. Al enterarse la
familia el tipo de vida que llevaba, creyó que la salvación sería casarse,
pensaron que las responsabilidades del hogar lo harían cambiar. Arreglaron para
que se casara con una joven maestra llamada Virginia, el día de la boda llegó a
la iglesia bajo los efectos del alcohol; el sacerdote lo llevó a un lugar
privado para recomendarle sobre sus nuevas responsabilidades en el hogar.
Sin
embargo la vida de casado no le ayudó, ya que continúo frecuentando a sus
amigos y llevando una vida desenfrenada. Nuevamente intervino la familia y
determinaron que lo mejor sería, se radicará en Guatemala.
Las
cosas parecían marchar bien ya que ambos comenzaron a trabajar como maestros.
Pronto se hizo amigos que lo condujeron por la senda de pecado y perdición.
Repitiéndose una vez más la vida llena de frustración y desesperación. Su
situación fue tan crítica que tomó la
decisión de quitarse la vida. Un día tomó un revólver lo cargó y apoyó el frío
cañón en la sien, apretó el gatillo pero el proyectil no salió, él no lo sabía
en ese momento que la mano de Dios intervenía.
Después
de residir 14 años en Guatemala decidieron regresar a El Salvador, creyendo que
podrían comenzar una nueva vida, en Santa Ana. Lamentablemente nadie le daba
trabajo.
Encontraba las puertas cerradas, pues sabían que era un hombre vicioso. Después
de tanto buscar, un amigo le ofreció trabajo como administrador de una finca de
café. Aceptó el modesto empleo y se trasladó a la finca, en el volcán de Santa
Ana, sin que nadie de los
conocidos
lo supieran. A estas alturas la frustración era mayor, y para colmo de males
Virginia enfermó de gravedad y fue necesario operarla. El médico dictaminó que
pasaría en cama. Un día un vecino visitó a Virginia y se enteró del diagnóstico
del médico. Cuando el visitante habló del poder sanador de Dios. Virginia le
dijo: “Yo he rezado a la virgen, pero no he mejorado. El vecino le respondió:
“No, Usted debe orar
en el
nombre de Jesús. Jesús es el médico celestial. El buen vecino siguió hablándole
acerca de Jesús y después de unos días, Virginia aceptó a Cristo como su
Salvador personal.
! Como
deseaba ella que su esposo pudiera tener esa misma fe! Pasaron los días y
Virginia comenzó a recuperarse de su enfermedad; mientras tanto el Espíritu
Santo había estado hablando al corazón de Gustavo, a quien se le despertó un
profundo interés hacia las cosas
espirituales
y hacia Dios. Resolvió arreglar su situación de la manera que le parecía
apropiada; así que volvió a la iglesia católica y confesó sus pecados al
sacerdote. Pero en lugar de encontrar consejo y ayuda, halló incomprensión y
habladurías en contra de los evangélicos; desde ese instante decidió visitar a
los evangélicos para que ellos le ayudaran a encontrar a Dios. Al llegar a la
casa se di- rigió a su esposa y le preguntó si conocía algunos evangélicos,
A esos
que le l laman “Luteranos”, Virginia le
contestó que sí, que había un señor
que es
sastre y siempre él habla de Dios y
cuando había estado enferma la había
visitado y había orado por ella, Gustavo
le dijo: Ve a buscar a ese señor y que por favor traiga algún libro porque quiero leer sobre su religión; Virginia
estaba muy contenta y fue a buscar al
anciano sastre que, provisto de su Biblia, fue a visitar a Gustavo. El anciano le dijo: “Este es el
libro que usted necesita” - mostrándole
su Biblia - Gustavo le dijo: “La Biblia
no; aprendí muchos Salmos cuando estaba
estudian- do para sacerdote, he leído muchos pasajes de la Biblia y no me ha servido de nada, yo
quiero que usted me dé otro libro”.
El
anciano afirmó que ese era el libro que él necesitaba. “Este libro enseña el
camino de la salvación, dijo, usted no pudo entender la Biblia porque no había
nacido del Espíritu cuando la leyó, ¡Mire lo que dice este versículo! “Porque
el hombre natural no percibe las cosas que son de Dios, porque para él son
locura, y nos las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”.
Este pensamiento se grabó en el corazón de Gustavo con gran impacto.
Seguramente que él no había podido entender la Biblia porque era un hombre
natural. Sintió que si oraba, el Espíritu Santo le daría el poder de comprender
las cosas espirituales. Allí los dos hombres se arrodillaron a orar y el
corazón de Gustavo se abrió completamente y pidió perdón a Dios por sus
pecados, dejando que Jesús tomará posesión de su vida; esto sucedió el 20 de
abril de 1941.
Fue
doctrinado y bautizado en agua, siendo recibido como miembro en la Iglesia
Asambleas de Dios Filadelfia del cantón Potrero Grande Arriba. El Señor lo
bautizó en el Espíritu Santo en 1942 en una confraternidad que se celebró en el
Templo “Betel” de la ciudad de Santa Ana.
Ese
mismo año ingresó al Instituto Bíblico para hacer su primer año de estudios y
así recibir licencia de Exhortador, designándolo como pastor en San Lorenzo,
Atiquizaya. En febrero de 1945 se le entregó la licencia de predicador. Fue
ordenado al pleno ministerio el 20 de febrero de 1953.
En sus
27 años de fructífera labor ministerial ha pastoreado en los siguientes
lugares: 1942 San Lorenzo Atiquizaya, 1943 Lomas de San Marcelino. De 1944 a 1946
en Palo Verde, Candelaria de la Frontera. De 1946 a 1948 fue enviado a
Sonsonate a fundar iglesias. Concediéndole el Señor establecer las Asambleas de
Dios en dicho lugar. De 1948 a 1955 pastoreó el Templo “Betel” de Santa Ana.
Cargos a nivel nacional: De 1953 - 1957 Vice- Superintendente Nacional de la
Obra.
5 GRACIELA CARBALLO
En las mansiones celes-El 26 de mayo, partió a
las mansiones celestiales nuestra hermana Graciela Carballo. En su paso por
esta tierra dejó honda huella en los corazones de los que la conocimos. Durante
su largo y bendecido ministerio, la hermana Chela, pastoreó en Nejapa, Lava de
Quezaltepeque. Al momento de fallecer pastoreaba la Iglesia Esmirna, en colonia
5 de marzo, en la Ciudad de Santa Ana. Trabajó como directora nacional de la
Escuela Dominical y profesora del Liceo Cristiano Revdo. Juan Bueno. Dios le
dio visión de levantar una nueva obra, la cual comenzó con un campo de Escuela
Dominical para niños, en la colonia 5 de marzo, Santa Ana. Hoy es un templo
hermoso con casa pastoral. Graduada de sexto año del Instituto Bíblico Betel,
la bachiller Carballo fue licenciada como pastora de la Conferencia Evangélica
de las Asambleas de Dios. Anheló ser ordenada al pleno ministerio, cosa que no
logró en esta tierra. De 70 años ingresó para formar parte de la “Nube de
Testigos” que nos animan a seguir corriendo la carrera cristiana. Le sobreviven
tres hijos: dos hembras y un varón. Antes y después de su partida, también se
nos han ido, durante el año de 1996, los siguientes pastores: José Roberto
Reynosa, José Matilde López, Raimundo Zavaleta, Francisco Cruz Mate, Santos
Alonso Cálix, Julio Alberto Siciliano, Joel Inglés Balto-Judío Convertido
6 FROILAN
HUEZO
En la
ciudad de Ayutuxtepeque, el 23 de diciembre de 1896, nació Froilán Huezo, quien
Dedicaría
57 años de su vida al ministerio de la predicación. He aquí su relato:
“Fue en
el año de 1925, por el mes de abril, en la situación más difícil de mi vida.
Esto eran
las
huellas de mi pecado por haber quebrantado las leyes de mi país. Hice un
esfuerzo de
abandonar
mi patria y mi familia. Salí rumbo a la costa norte de honduras, donde llegué a
la casa
de un cuñado, Pablo Opico. Me ocultó en ese lugar por tres meses. Mi cuñado
tenía
un año
de ser creyente y empezó a hablar del evangelio. Después de unos días de estar
con él,
decidí ir al culto, donde escuché, por primera vez, el mensaje de la Palabra de
Dios.
Quedé
tan impresionado y convencido que decidí entregarme a las autoridades, cosa que
no se
efectuó, pues mis padres estaban pagando un defensor y dos meses después obtuve
la
libertad.
“En el
mes de octubre de 1925 asistí por segunda vez a un culto evangelístico. Fue un
día tan glorioso para mí. A las diez de la mañana yo levantaba mi mano en señal
que me entregaba
en las
manos de mi Señor. Sufrí el desprecio de mi familia por haberme hecho creyente,
mi
madre me
recibió con ultrajes más horrorosos de los que yo había sido objeto. Me
entregué
con más
anhelo al Señor, sabiendo que perdía a mi familia y bienes terrenales. En
cambio
ganaba
lo mejor con Cristo.
Seis
meses habían transcurrido cuando fui llamado para predicar mi primer mensaje.
En
mi
primer mensaje usé el mismo texto que el predicador había usado para mi
conversión.
El
pastor me instó a que me bautizara para entregarme al ministerio. Mi alegría
fue grande
al
pensar en mi bautizo.
Soñé
esto: Me vi que iba caminando al bautisterio acompañado de 20 hermanos y el que
nos
guiaba era un personaje desconocido. Al llegar cerca de una piscina caí muerto
y vi que
todos
pasaban sobre mí. Cuando pasó el personaje que nos guiaba me tomó de la mano
y me
condujo al bautisterio. Cuando salí del agua fui conducido por el mismo
personaje
hasta el
lugar en donde había caído muerto. Allí comenzaban unas gradas que nos condu-
jeron
hasta unas moradas con paredes muy blancas. Había una mesita redonda enmedio y
dos
ancianos sentados. De pronto el que iba conmigo desenrolló un pergamino para
que
yo lo
leyera y estaba escrito en Arameo. Solo pude leer “evangélico según San Juan”.
Los
ancianos
inclinaron sus rostros en señal de aprobación. Seis meses después fui bautizado
con 20
hermanos más.
Abandoné
mi pueblo y fui a morar a un pueblo desconocido, donde con gozo seguí la
carrera
cristiana. Comencé mi preparación eclesiástica en el año de 1927 en el
Instituto
Teológico,
representado por Don Ismael Mauro en El Salvador. Más tarde este instituto fue
dirgido
por el renombrado pedagogo, Don José Delgado, de nacionalidad puertorriqueña.
Ejercí
mi primer ministerio en la iglesia Bautista de la ciudad de Apopa.
Habiendo
muerto mi esposa, contraje segundas nupcias en el año 1933, a la edad de 37
años,
con la
hermana Mercedes Sosa, de 26 años, originaria de Apopa. Procreamos ocho hijos”.
Las
pruebas llegaron; pero con la ayuda de Dios salimos adelante. En el mes de mayo
de
1936 me
vi obligado a renunciar de mi pastorado en la Iglesia Bautista de Apopa. La
iglesia
entera
me pidió que les siguiera predicando. Cosa que accedí a fuerzas de ruegos;
mani-
festándoles
que no podíamos seguir solos, que era necesario llamar otra iglesia evangélica
para
anexarnos a ella y seguir predicandoAsí deliberadamente los hermanos acordaron
que yo viera lo mejor para la obra. Fue así
como
llamé a un pastor pentecostés, quien nos predicó por unos días y después no
sat-
isfechos,
acordamos llamar al dirigente de la obra de las Asambleas de Dios; haciéndose
presente
el hermano Francisco R. Arbizú. Se hizo una organización provisional, los
arreglos
y
reconocimientos debidos, haciéndose constar en acta levantada que quedaba
anexada
a las
Asambleas de Dios, en el año de 1939.
Empezamos
a predicar en casa de la Hna. Elena de Alas, donde aceptaron muchos, entre
ellos
los esposos Melgar. Creció la membresia y con ello la necesidad de una casa de
oración;
así fue
como se trasladó al mesón Colorado, La Garita, San Salvador.
Se fundó
la primera iglesia de las Asambleas de Dios en San Salvador con el nombre de
Elim.
Meses más tarde se celebró un curso bíblico de estudios breves. Estudiamos seis
hermanos.
Un año más tarde, Dios, en su infinita misericordia me bautizó con su Espíritu
Santo.
También fui promovido al pleno ministerio. Un año después, en la Asamblea
General,
fui
nombrado Presbítero del distrito de San Salvador, cargo que desempeñé durante
varios
años.
Viaje juntamente con los esposos Wilkin, primeros misioneros que llegaban a San
Salvador.
también viaje al norte y oriente del país, llevando el mensaje de salvación a
las
almas
pérdidas. En Tejutla fuimos apedreados, pero no nos detuvo y seguimos
predicando
en La
Palma, Gramales, San Ignacio y muchos lugares más.
Por el
año de 1942 se pudo llevar a cabo la Primera Confraternidad de la Iglesia Elim.
Habiendo
recibido el ministerio de parte de Dios, tuvimos que sembrar con lágrimas, pues
sabíamos
que seguiríamos con regocijo.
En esos
tiempos se predicó el evangelio a como hubo lugar. En San Antonio Abad se nos
abrió
la
puerta por medio de un creyente que cedió su casa para la predicación.
Aprovechando
esta
oportunidad hicimos el evangelismo con hermanos duros en la fe. Fuimos
bloqueados
por el
clero cruelmente. Esto por varios meses para que no predicáramos ahí la Palabra
7 JULIO CÉSAR PÉREZ.
RELEVO DE LIDERAZGO
“La
juventud no es una época de la vida sino un estado del espíritu”. Con este pen-
samiento
se identificó plenamente con la juventud cristiana salvadoreña durante ocho
años,
Julio
César Pérez, quien nació el 22 de julio de 1947, en el Cantón Joya del Zapote,
Ciudad
de
Atiquizaya (“Tierra de Manantiales”).
Convertido
a los 15 años de edad - en plena adolescencia, el que ha sido líder nacional de
Asambleas
de Dios de El Salvador. Comenzó a ser hombre de dinamismo a nivel de la iglesia
local.
Prueba
de su anhelo de servir a Dios, es el hecho de que para 1963, a un año de su
conversión, ya ostentaba los cargos de: maestro de niños en cuatro campos;
maestro de adultos, Superintendente de Escuela Dominical, Presidente de los
jóvenes y Secretario de actas del Cuerpo Oficial. En 1964, luego de haberse
fogueado en el primer campo, ingresó al Instituto Bíblico, graduándose en 1977,
cuando fungía como pastor en Cuscatancingo. Ha cursado Seminarios del Instituto
de Superación Ministerial en Costa Rica (1978), México (1981) y Honduras (1982
y 1986).Además de los logros académicos y teológicos alcanzados, nuestro
Superintendente ha obtenido dos niveles satisfactorios: El Jerárquico y el
familiar.; En 1978 fue electo Presidente Nacional de los Embajadores de Cristo,
cargo que desempeño
durante
ocho años. En 1986 fue electo Presbítero Ejecutivo, y en la Conferencia Anual
de
1988 fue
electo Superintendente de las Asambleas de Dios.
La
familia Pérez está formada por: Dora Donatila, su esposa; César Jeremías, Abner
Esaú,
Deysi
Yanira y Heber Otoniel, sus hijos. El
Hno. Julio César Pérez ha dictado clases
en varios
institutos
bíblicos desde 1978, esta labor ardua y agotadora , le ha proporcionado gran
popularidad
entre los hermanos, por la forma tan peculiar de impartir las clases, como el
de
compartir sus experiencias ministeriales.
Es así
como esta corta reseña biográfica hace constar la grandeza del Dios único
porque cada
página
que se escribe de la vida de un siervo de Cristo, es fiel testimonio de la
veracidad
de la
Palabra de Dios cuando dice: “El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso
alza del
muladar
para hacerlo sentar con los príncipes de
su pueblo” (Salmo 113:7-8).
8 FRANCISCO RAMÍRE ARBIZÚ:
PATRIARCA
DE LAS ASAMBLEAS DE DIOS DE EL SALVADOR
En una
casa de campo, ubicada en el Cantón Santa Rosa, de Ciudad Arce, el día 18 de
mar-
zo de
1976, abordé al Hno. Francisco Ramírez Arbizú para hacer la siguiente
entrevista.
Enrique
Barillas: ¿Hno. Arbizú, cómo llegó a los pies del Señor?
Francisco
Arbizú: Llegué a conocer el evangelio durante la convalecencia de una grave
enfer-
medad.
En 1918 me llegó el libro titulado “La Historia de la Iglesia”. Un libro
católico que ahora ya no existe, allí se encuentra el relato de cómo Dios salvó
al pueblo de Israel. Me llamó la curiosidad y me impacto de tal manera que
sentí que Dios me estaba llamando. Quedé
muy impresionado a favor de la obra del Señor. Cuando regrese a trabajar
fui a un taller de zapatería, allí laboraba un hermano evangélico y empezó a
hablarme de Dios.
En ese
tiempo no había iglesias evangélicas, él era ya creyente; los que aceptaban a
Cristo no tenían congregaciones sino que eran simplemente libres. Para esos
días sólo éramos un grupito de hermanos que estábamos en Santa Ana, nos
congregamos en los cuartos de unos mesones grandes. En la sala se hacían los
cultos, en uno de ellos recibí la promesa del Espíritu Santo, demás ya lo
tenían. Eran cultos muy alegres, se sentía la presencia de Dios. En el volcán
de Santa Ana, la obra estaba bastante crecida. En el cantón de Calzontes Abajo
y Lomas de San Marcelino - Cerro Verde -
había otra congregación; así como en la Hacienda de los Naranjos, en
Sonsonate. Esas congregaciones no tenían pastor, eran solitos; sólo se
reconocían como ancianos a los que eran más antiguos de ser creyentes.
EB: ¿Se
bautizó luego con los hermanos?
FA: No,
no muy luego hasta que vinieron los mis-
ioneros
de Estados Unidos.
EB:
¿Cuándo tuvo la primera entrevista con el
hermano
Federico Mebius?
FA: Yo
creo que fue en las Lomas de San Marcelino, porque allá vivía él. Nosotros
íbamos
seguido
a celebrar cultos, pues en ese entonces las Lomas de San Marcelino, era algo
así
como un
centro, donde los hermanos llegaban a congregarse anualmente para los días de
Semana
Santa. Así como hoy, celebramos la Conferencia Anual. Nadie los dirigía o
capita-
neaba,
sino que ellos iban para allá como una confraternidad. Lo hacían
espontáneamente
inspirados
por el Espíritu Santo. Era aquello muy alegre, no tenían himnario de himnos
selectos,
pero si muchos himnarios pequeños, y con él que se encontraba a la mano con
ese se
cantaba.
EB: ¿Qué
pasó después?
FA:
Después de esto sentí el llamamiento y la inspiración, pero en ese tiempo la
mayor
parte se
convertían en predicadores. La mayoría que llegaba se inspiraba y predicaba,
esto
es como
un testimonio.
EB:
¿Antes de ir a Estados Unidos no fue pastor?
FA: No,
pues como le digo, no habían pastores; todos se consideraban líderes, entre
ellos,
algunos
sobresalían, ya que podían hablar mejor y tenían palabras para el mensaje, pero
no había
ningún reconocimiento como pastor.
EB: La
revista de la Luz Apostólica ¿Quién se la proporcionó?
FA: Me
la dio un sastre de Loma Chata, pero parece que él escribió a Estados Unidos y
a
Chico
Sánchez se las mandaron; éste las repartió. En la revista había fotos de los
bautizos
que
hacían en los ríos, también se veía como las iglesias estaban organizadas con
pastores Quizá un poco cansado el Hno. Arbizú espera a que unos hermanos
reparen un tramo de la calle, para que pase el vehículo que los conducirá al Cantón El Coyolito, en Cha-
latenango.y
misioneros, eso despertó la inquietud de darle a la obra esa misma orientación.
Once años atrás de que yo ingresará había entrado un misionero de Canadá,
Federico Mebius,
nos
hicimos amigos. Cuando él pasó por Estados Unidos, sintió el llamado de venir a
estos
lugares,
no lo envió ninguna misión; en ese tiempo los misioneros salían por cuenta
propia.
Él no
podía mucho el español, solo unas poquitas palabras como Aleluya, Gloria a
Dios, sal-
taba,
brincaba y oraba, cuando él gritaba de alegría ¡Aleluya! o ¡Gloria a Dios! los
hermanos
recibían
la promesa del Espíritu Santo. Cuando vino aquí estaba bastante joven y
soltero.
EB:
¿Alguien le sugirió, que viajara a Estados Unidos, o nació de usted?
FA:
Bueno, cuando vi las fotos me emocioné y el misionero Mebius me dijo: Mire así
se tra-
baja en
aquellos países. Nosotros aquí no estamos haciendo nada. Allá hay organización;
entonces
le dije que sería conveniente ir a ver como ellos trabajaban. Fue así como nació
la idea
de viajar y tomar los mismos métodos, prácticamente no teníamos orientación. El
hermano
Mebius me animó para que fuéramos, hasta me dio una carta para que hablara
con el
Hno. Henry C. Ball, quien era el Superintendente de las Asambleas de Dios en
América
Latina,
pero el hermano sólo me entusiasmó y no me ayudó económicamente. Para realizar
mi viaje
tuve que vender un tallercito de zapatería en el cual laboraban unos 20
operarios.
De El
Salvador partí, por cierto, en el primer viaje que hacían los automóviles,
estrenando todo; era difícil, porque habían hoyos y bar-rancos por todos lados.
De Guatemala me fui para Puerto Barrios, en el Golfo de México, de allí viaje a
Nueva Orleans, en unos barcos bananeros, después tomé el ferrocarril para San
Antonio Texas, y me dirigí a la casa del Hno. Antonio Ball, pues de él llevaba
dirección.Llegué a San Antonio Texas, en ese momento se daba apertura al primer
Instituto Bíblico Latinoamericano de ese lugar, estuve algu-nos días asistiendo
a las primeras clases del Instituto. Allí le comunique al Hno. Ball, como
estaba la obra aquí en El Salvador, y que yo iba para investigar y si fuera
posible tener conversación con ellos, pero como el hermano todavía no tenía
suficiente experiencia en las misiones no me dio esperanza de tal comunicación.
Como no me diera esperanza, me vine para México sin saber que allí habría una
gran convención de todos los ministros de México y la zona occidental de los
Estados Unidos. Llegué y me fui a la Iglesia de las Asambleas de Dios, eso fue
en 1927. Tengo la fecha
El
Pionero Francisco Ramírez Arbizú, viajó a pie, en mula y a caballo, para llevar
el evangelio de Jesucristo hasta los lugares más recónditos de nuestrom país.
presente porque conservo el pasaporte que saqué; ese día fue el 24 de
septiembre de 1926, así aparece en el pasaporte.
EB:
¿Usted salió después de haber sacado el pasaporte o inmediatamente?
FA: Salí
inmediatamente. Y según el pasaporte en esa fecha tenía 32 años.
EB: ¿Qué
pasó en México?
FA:
Regresé a México y el pastor de las Asambleas de Dios me instó a quedarme para
la
convención
que próximamente vendría. Eso fue dos años después. Fui a Texas y regresé
a
México. Allí espere dos meses hasta que se llegara el día de la convención. El
pastor era
David
Ruezca, él ya murió; era muy dinámico y me dijo: Mire, eso que el hermano Ball
le
haya
dicho que no, es porque él no sabe como se hacen estas cosas, aquí van a venir
todos
los
pastores de las Asambleas de Dios, y entonces vamos a arreglar eso, no se vaya.
Por eso
me quedé
y cuando ya vinieron todos los hermanos a cada uno les iba hablando de mí y
les
decía como estaba la obra en El Salvador. Cuando ellos vinieron no hubo
dificultad para
que nos
apoyarán; nos ayudaron, dirigieron y nombraron un misionero para que viniera
aquí,
ese fue Jorge Blaisdell.
Este
misionero no se vino conmigo, sino al año, con él recorrimos la obra. Los
grupos eran
pequeños,
no muy fuertes, los visitamos e invitamos para que se reunieran en una confer-
encia.
Fijamos el día e hicimos todos los preparativos. Al llegar la conferencia, se
fundó la
primera
organización en las Lomas de San Marcelino, la cual hasta hoy se llama Iglesia
de
las
Olivas.
EB:
¿Recuerda cuántos pastores llegaron?
FA: No
habían pastores, pero llegaron como veinte representantes; allí empezamos a
nom-
brar los
primeros pastores. En esa reunión no elegimos Superintendente. Yo vine como
pastor
Dos
pioneros que hicieron historia en el evangelismo de El Salvador: Hnos. Melvin
Hodges y Francisco Arbizú. en la celebración del Cincuentenario de las
Asambleas de Dios , realizado
en el
Tabernáculo
n
1980.ordenado de los Estados Unidos, por cierto fui el primero, así que tuve
que llevar la batuta.
Habían
dos tipos de licencias una de predicar y otra de ordenación. Recibí la
ordenación
en enero
de 1928. Dirigí la obra en El Salvador porque el Hno. Blaisdell fue a los
Estados
Unidos,
al Concilio General en Springfield, Missouri, para dar el reporte del
avivamiento
que se
vivía en el país. Esto fue después de la conferencia y luego de seis meses de
estadía
en
nuestra nación.
EB:
¿Cuando el hermano Blaisdell regresó a los Estados Unidos, sin duda llevó
buenas
noticias?
FA: Sí.
Al año yo regresé a ese país, a la
Conferencia General que se realizaba en San Anto-
nio
Texas y allí presenté el inicio de la obra en El Salvador. En ese lugar conocí
al hermano
Williams
y a otros misioneros, ellos me preguntaron acerca de la obra, les di todos los
datos
y me
dijeron que estaban dispuestos a venir. Entonces los motivé para que nos
visitarán
y se
vinieran con nosotros. Les conté que la obra aquí estaba muy desorganizada, que
nos
faltaba mucho por hacer. Ellos vinieron aproximadamente unos dos años más
tarde,
después
de ese encuentro.
Cuando
regresé al país, les dije que vendrían unos hermanos misioneros y que cuando
vinieran,
visitaríamos nuevamente las iglesias, convocándolas para celebrar la Primera
Conferencia
de las Asambleas de Dios en El Salvador, que por cierto fue en Ahuachapán,
en una
casa particular que se había alquilado. Llegaron por lo menos cincuenta delegados,
porque
en ese tiempo ya habían iglesitas establecidas u organizadas; la obra iba
creciendo
muy
rápidamente.
EB:
¿Hermano, recuerda en que año se fundó el primer Instituto Bíblico?
FA: El
primer Instituto Bíblico… bueno, al principio lo que teníamos eran breves
estudios.
Estos se
llevaron a cabo en las Lomas de San Marcelino, El Congo.
EB: ¿ He
oído que comenzó en Quezaltepeque?
FA: Se
puede decir que sí. Cuando el Hno. Williams vino, eso fue lo que hizo, dar
breves estu-
dios,
comenzó en las Lomas y de ahí pasaba a otro pueblo, se estaba hasta un mes.
Primero
empecé a
ir solo y llegó un hermano que vive en la capital, José Águila y es Bautista,
él vive
por el
Barrio la Vega, en San Jacinto. Aunque no se hizo pentecostal, le gustaba mucho
y
trabajaba
con nosotros; era vendedor de libros.
EB: ¿
Con los pioneros de la Iglesia Bautista no tuvo contacto usted?
FA: No,
la verdad que no.
EB: ¿Y
con el Hno. Bender, el que había venido con el Hno. Federico Mebius,?
FA: Ah,
éste era el primer misionero que había venido al país, él pertenecía a la
Misión Cen-
troamericana,
era un gran hombre muy espiritual y bien preparado.
EB:
¿Pero parece que él había venido con el Hno. Federico Mebius?
FA: No,
este hermano era bautista y el hermano Mebius era puramente pentecostal, en ese
entonces
les llamaban apostólicos; después ellos se hicieron amigos.
EB: ¿Se
tiene un dato de quién trajo la primera manifestación pentecostal?
FA: Fue
Federico Mebius. En ese tiempo la obra de Estados Unidos estaba en embrión, to-
davía
habían movimientos de organizarla cuando él se vino para el país. Esta obra
pentecostal era bastante nueva y por eso es que había mucha persecución de
parte de otras misiones; porque era extraño para ellos eso del pentecostés.
Teníamos la capilla en una casa particular.
EB:
Cuando comenzó a predicar en Santa Ana, ¿invitó
a
líderes y lo acompañaron?
FA:
Cuando ya estábamos organizados, muchos no nos siguieron sino que se apartaron,
de ahí fue que nació la Iglesia de Dios, porque el misionero Mebius también se
apartó y dijo que la obra no era de Dios sino de los hombres y nosotros
teníamos que ser libres. De allí quedó el nombre de los libres; era una lástima
que el hermano se apartará.
EB:
¿Pero el hermano no se fue ni con la Iglesia de Dios?
FA: No,
de la Iglesia de Dios, enviaron al Hno. Pery Diamon, a reconocer si había algo
y no
halló
nada porque todos andaban ambulantes; por eso es que él se pasó a las Asambleas
de Dios.
El asunto fue que el Hno. Mebius, se apartó porque tuvo discusión personal con
el Hno.
Williams.
EB:
Quiere decir que el fundador fue Mebius, pero no se quedó con ellos; ¿tuvo problemas
después?
FA: No,
yo creo que el Hno. Mebius si tuvo problemas, porque él sufrió mucho; contrajo
matrimonio
con una hermana de Izalco, de nombre Rodriga; cuando se casó vivieron en
las
Lomas de San Marcelino. El murió pobre.
EB:
¿Ustedes se casaron bien jóvenes?
FA: Sí,
ella tenía 19 y yo 27 años. Elvira, ya era evangélica porque nació en el
evangelio, yo,
medio
cristiano. Mi esposa se congregaba con los centroamericanos, misión fundada por
el
Hno.
Roberto H. Bender. Allí hubo una división por la llegada de un misionero de
apellido
Chapman,
quien se unió a ellos y estando allí, resultó que no venía por los
centroamerica-
nos sino
por los Bautistas. A los meses se declaró que era Bautista. En ese tiempo la
iglesia
estaba
formada por los centroamericanos bajo la dirección de Bender, fue entonces que
unos se
quedaron con Chapman y otros con Bender. Bender aconsejaba a los creyentes
centroamericanos
que si alguna vez se desorganizaba la iglesia o desaparecía que se pasaran
con la
Iglesia de las Asambleas de Dios, era un hombre de Dios. Desde ese tiempo viene
este
muchacho,
Eliseo Echegoyén, hijo en la fe de Bender, yo lo conocí cipote, y ya predicaba,
lo
prepararon
bien porque fue a estudiar a Guatemala y salió muy inteligente.
Mi mamá
- habla Elvira Recen, esposa de Arbizú - me contaba que llegaban los católicos
adonde
mi papá, abuelo, que era profesor, y le echaban agua bendita y lo mojaban todo,
y como
era bien callado no decía nada, solo miraba la Biblia; mi mamá como estaba bien
cipota, les
gritaba que se fueran. Antes los católicos salían con un cajón grande e iban
con
un
tambor adelante diciendo que lo adoraran, y si no lo hacían eran la mula del
infierno; y
aquí
comenzaban los debates con los cristianos.
EB: Sus papás ¿con quienes aceptaron a Cristo?
Elvira
Recen: Ellos aceptaron con estos señores con quien se congregaba la
niña
Simonita (Los centroamericanos). Mi papá estaba joven cuando se casó
con mi
mamá, allí no aceptaban, sólo se congregaban y cuando sentían el
deseo de
bautizarse pedían el bautismo; era entonces cuando los llamaban,
los
hincaban y les rociaban un vaso con agua.
EB:
¿Usted se bautizó junto al Hno. Arbizú?
ER: No,
yo me bauticé cuando vino el Hno. Williams, esto fue en el baño de
Apansagua.
Ella no quería bautizar,- dice el Hno. Francisco Arbizú- porque
decía
que ya se había bautizado. Cuando ella comenzó los hermanos no
tenían
sabiduría ni reglamentos, hubo muchos que se bautizaron así.
EB: Y en
la Conferencia ¿qué cargo le dieron Hno. Arbizú?
FA: El
cargo de Presbítero - Secretario, lo que llamamos hoy presbíteros,
9 JULIO CÉSAR RODRÍGUEZ
En Barrio San Esteban de San Salvador nació el
2 de febrero de 1914, Julio César Rodríguez,
siervo
de Dios que dedicó su vida al servicio de Dios. He aquí su relato: “Crecí, como
dice el
canto,
en la dura inclemencia, pues fue mi madre quien cuidó de mí. Aun recuerdo el
canto
con que
me arrullaba cuando yo era un niño. En mi juventud me gustaba cantar
mientras trabajaba en el taller; me
gustaba cantar cantos de José Mónica, que entonces estaba en su apogeo en el
cine. Mi canto cansaba a mis compañeros y me decían: anda a cantar al concurso
de los aficionados de Paco García. Este concurso de canto en el público era
divertido pues a los concursantes que fallaban eran sacados a golpes simulados
por una persona vestida de policía”.
Decidí
ir a concursar y me presenté ante el público todo nervioso. La concurrencia era
bastante difícil. Luego que el público se calmó empecé a cantar y mientras
cantaba fui cobrando ánimo, me ovacionaron y se me quitó el miedo. Fui la
segunda vez y al solo presentarme comenzaron los aplausos. Los aplausos me
dieron confianza. Esta noche me hicieron cantar tres veces. Es-
taban en
su apogeo las canciones de Agustín Lara, así cante “Murcia”, “Granada” y
“Rival”. Esta noche gané el primer premio. Estaba presente don Fernando
Mélendez del Valle, Tenor Nacional, quien me felicitó por mi voz y me ofreció
clases de canto gratis. El cine Ápolo se lleno de ovación tremenda al saber de
mis premios obtenidos. Así me hice popular en el mundo de la música; cante en
las veladas de compañía Ari Ana la esposa de don Fernando, una famosa bailarina
húngara. Tuve la oportunidad de cantar en todos los teatros de la capital, en
la radio. Una noche en Santa Tecla, saboreando mis éxitos obtenidos “El
castillo que formé se derrumbó como dice la can- ción, pues mi hermana y mi
madre en menos de 15 días fallecieron.
Ellas eran mi única familia”.Después de
rodar en el mundo sin Dios y sin esperanza;
cansado de penas que yo mismo había acar
reado, decidí poner fin a todo este mal
hacién- dome hombre de hogar y consegui r una
compañera con quien afrontar las penas de la vida. Fracasé en este Intento. Me encon
tré en la bifurcación del camino de la vida;
me tiraré al abandono o hacerme de mi taller. No hallaba qué hacer; los pensamientos venían a mi mente.Pensando tomar una decisión con mi vida me encontraba cuan- do
un amigo que había conocido en una
condición lamentable igual que la mía,
llegó a trabajar al taller de zapatería, donde nos habíamos conocido
desde niños. Pero que maravilla; estae hombre
amigo
mío de la infancia estaba completamente cambiado. Me habló del evangelio y de
la obra
redentora de nuestro Señor Jesucristo. Comencé a sentir deseo de oír más de lo
que él
me hablaba. Este deseo me hizo estrechar más la amistad con él. Se despertó en
mí
un deseo
y sed de oír Palabra de Dios, que yo mismo no entendía. Se me ocurrió dirigirle
bromas
que antes compartíamos con mucho amor y paciencia. Un día me citó un versículo
que me
revolucionó y pensé mucho en él”.
El
versículo que me dijo fue este: “No seáis niños en el sentido, sino sed niños
en la malicia;
empero
perfectos en el sentido” 1º Corintios 14:20. En mi corazón esta palabra fue
viva. Sentí más afecto por mi amigo pues desde niño nos conocimos. El siempre
continúo hablándome del evangelio hasta que un día decidí ir con él a la
iglesia en San Miguelito. Esa noche predicó el Hno. Froilán Huezo y su mensaje
se refería a lo que habíamos platicado en el camino con mi amigo. Yo pensé:
¿Cuándo platicó con este pastor mi amigo? Pues hablaba de las mismas
contrariedades que había tenido en el camino conmigo. La situación de mi vida,
la Palabra oportuna y los consejos de mi amigo me hicieron reflexionar que Dios
me estaba llamando y fue así como el 5 de marzo de 1944, la segunda vez que iba
a un culto, levanté mi mano aceptando a Jesucristo en mi corazón. En diciembre
de ese mismo año fui bautizado en agua. Seguí cantando, pero esta vez cantando
himnos al Señor pues en mí había una nueva canción.
Me oyó
cantar el Hno. Pablo Finkenbinder, predicador del programa radial “Un Mensaje a
la
Conciencia”,
quien me acompañaba en el piano y me invitó a presidir el tiempo de los cantos
congregacionales.
Ingresé a estudiar en el Instituto Bíblico en Santa Ana en 1945. Tengo
43 años
de servir a Dios en el ministerio pastoral. He aquí las iglesias que he
pastoreado:
San
Julián, giras por Oriente con Hno. Pablo, El Guayabo, Elim, San Salvador,
Juayúa, Ataco,
Chalchuapa,
Armenia, Apaneca, El Congo, Cruz Verde, Col. España, Santa Ana; Enmanuel
y Santa
Ana”.
Hno.
Julio César Rodríguez contrajo matrimonio con Hna. Francisca López, en el año
de
1953 en
iglesia Elim,- hoy Centro Evangelístico en 2ª av. nte, San Salvador. Han procreado
10 ALBERTO SALAS BARILLAS
Alberto
del Carmen Barillas Salas, mejor conocido como Alberto Salas Barillas; nació en
El
Porvenir, Depto. de Santa Ana el 8 de abril de 1924.
Creció
en la hacienda El Cocal en Chalchuapa Dpto. de Santa Ana. Su infancia transcurrió en medio de las
tareas agrícolas que se desarrollaban en la hacienda, con cierto grado de
comodidades en su grupo familiar debido a que su padre era el administrador.
Alberto recuerda que desde muy chico asistía junto a su madre a una pequeña
iglesia de la Misión Centroamericana; aunque su padre no era creyente todavía.
La influencia del cristianismo durante su niñez, marcaría la pauta para un
encuentro personal con Jesucristo en su
juventud.
En 1942 a sus 18 años, fue reclutado por el
ejército y destacado en 100 Regimiento de Infantería en San Vicente. Como
soldado peleó en el golpe de estado que derrocó la dictadura del General
Maximiliano Hernández Martínez, obteniendo el grado de sargento de infantería. A su salida del servicio militar (1944),
Alberto sintió el deseo de acercarse a Jesús, basándose en las enseñanzas de su
madre, finalmente aceptó a Jesucristo
ese mismo
año.
Un buen
soldado de Jesu- Desde su conversión,
Alberto sintió el deseo de hacer algo por la obra de Dios. Lo primero que hizo
fue preguntarle a su mamá si estaba diezmando; su sorpresa fue, que su madre no
sabía a que se refería Alberto con “los
diezmos”. En ese entonces, el pastor de la iglesia a la que asistían, pasaba
por situaciones económicas muy difíciles y decidieron enviarle los diezmos que
le tenían retenidos al Señor. El deseo
de servir al Señor creció en el corazón
de Alberto, él no era uno de esos creyentes que se conformaban con ocupar un
lugar en las bancas de la iglesia. En una ocasión, durante un culto de acción
de gracias celebrado en su casa, Alberto, lleno del Espíritu Santo; predicó la
palabra. Él recuerda que en esa ocasión, solo había una persona en la
habitación que no había recibido a Jesús
como su Señor y Salvador, la cual al final de su mensaje se convirtió al
evangelio. Las personas que le rodeaban,
vieron en él, un instrumento a quien Dios podría usar; fue así como decidieron
confiarle la primera congregación que pastoreó. La iglesia estaba ubicada en el
cantón Las Tablas de Chalchuapa.
En 1947 ingresó al Instituto Bíblico Betel de
las Asambleas de Dios, en la Ciudad de Santa Ana. En el Instituto tuvo como
maestros a otros siervos de Dios como: el Rev. Williams, el Hno. Melvin Hodges,
el Hno Linvall, Pablo Finkenbinder (Hno Pablo) y el Hno. Francisco Arbizú (con
quienes desarrolló una gran amistad).
Durante su ministerio fungió como pastor en
mas de siete iglesias, ha sido Presbítero
de
Distrito y en una ocasión (1947), representó a El Salvador junto al Hno. Melvin
Hodges
en la
Conferencia Latinoamericana de las Asambleas de Dios celebrada en Guatemala.
Un año después (1948) se casó con Manuela
Cabrera, con quien procreó ocho
hijos,
de cuales dos han fallecido. Betty una de sus hijas, sigue los pasos de su
padre en el
ministerio;
y actualmente pastorea en Johnson City,
New York. La familia Barillas Cabrera,
pasó por
muchas dificultades; especialmente en el desarrollo del ministerio de Alberto.
Él recuerda que mientras pastoreaba en el
cantón El Refugio de Chalchuapa, la gente
de ese
lugar era hostil y no les quería vender nada, esto; debido al fanatismo
religioso que
esas
personas reflejaban. En esa oportunidad, Alberto deseo regresar a sus trabajos
agríco-
las en
la hacienda El Cocal, y dejar a un lado el ministerio, debido a la difícil
situación que
atravesaba
él y su familia. Pero el Señor habló a su corazón dándole fuerzas para
continuar en pie de lucha.
Así también tuvo que enfrentar turbas
enardecidas que le apedrearon y intentaron
lincharle
en Quezaltepeque, pero Dios siempre estuvo allí para protegerle.
No todo el recorrido ministerial de Alberto
ha sido escabroso, Dios ha sido bueno
con él.
Cuando pastoreo una pequeña iglesia en el cantón El Salitre (???), hubo una visi-
tación
especial del Espiritu de Dios, muchas personas recibieron la promesa del
Bautismo
en el
Espíritu Santo y se desató un avivamiento pentecostal en ese lugar de tal forma que
la obra
prospero e impactó la comunidad de El Salitre.
Después pastoreó otra Iglesia en San Miguel,
donde Dios fue fiel a sus promesas y
veló por
todas las necesidades de la familia Barillas. El ministerio no era una
profesión lu-
crativa
para poder mantener y educar a una familia tan numerosa, pero Dios en su
bondad,
permitió
que sus hijos estudiaran y salieran adelante; honrando a sus padres y
superándose
académicamente.
En su ministerio Alberto ha visto la mano de
Dios, ha visto sus maravillas a través de
milagros
de sanidad divina, en la vida de otros y
en la suya propia. Mientras trabajaba en la
construcción
del templo en Quezaltepeque (???), un clavo se introdujo en su pie causándole
una
grave infección de tétano, que lo llevó al borde de la muerte. Mientras sentía
que la
muerte
llegaba, con su cuerpo agobiado por la fiebre clamó al Señor, diciéndole que
antes
de morir
deseaba verle. Esa noche, Señor mismo se le mostró en su cama en el hospital,
diciéndole
que no temiera, Satanás deseaba zarandear su cuerpo pero Él no habría de
abandonarle.
Así fue como vio que espíritus inmundos llegaban para golpear su cuerpo,
pero no
le causaban daño. Después de estar a
punto de morir poco a poco se recuperó.
Cualquier
persona podría pensar que lo que Alberto relata es producto de su imaginación o
su
terrible enfermedad. Pero muchas personas esa noche en el hospital vieron el
resplandor
de la
presencia del Señor en esa habitación y debido a este milagro muchos enfermos
se
convirtieron
a Jesucristo. Aun uno de los médicos que le atendía (quien no tenía muchas
esperanzas
en su recuperación) dijo que la sanidad de Alberto sólo podía ser un milagro
de Dios.
Antes del terremoto que estremeció nuestro
país, Dios claramente habló a Alberto
diciéndole
que traería juicio a este país. La madrugada del 13 enero de 2001, Alberto se
preparaba
para salir; junto a unos hermanos de la congregación que pastorea, hacia la
playa de
San Diego; en donde celebrarían unos bautismos y a la vez tendrían un tiempo
de
recreación. Esa mañana Dios volvió a hablar a su corazón confirmándole que ese
era
el día
de la catástrofe. Alberto se los compartió a los hermanos y les dijo que si
querían se podían quedar, pero que el
bautizaba e inmediatamente regresaba, pues
estaba tan
convencido
de dicho evento, los hermanos no le permitieron regresar sólo y retornaron
junto a
él después de los bautismos. Y mientras iban entrando a San Salvador el
terremoto
comenzó.
Dios cumplió las palabras dichas a Alberto, y gracias a Dios, en su iglesia y
en su
familia
no hubo ninguna desgracia que lamentar.
En la vida de todo ministro de Dios, existen
valles de sombra y de muerte, pero es allí
donde la
mano de Dios se ve claramente y su misericordia se derrama aún más. La vida de
Alberto
Salas Barillas es un reflejo de lo que Dios puede hacer con quienes se dejan
mold-
ear a su
imagen y semejanza, es un ejemplo de una persona a quien Dios a quebrantado
pero
también ha levantado con su diestra de misericordia. Alberto Salas le ha
compartido
el
evangelio a cerca de 60 mil personas no
sólo en nuestro país sino también en los Esta-
dos
Unidos y Centroamérica, Dios le ha llevado junto a su concertina (que es uno de
sus
pasatiempos
favoritos) a lugares donde el no imaginaba estar, respaldándole con milagros
y
manifestaciones del poder del Espíritu Santo.
Hoy ya no es el joven que montaba a lomo de
mula, llevando la palabra por los
cantones
y aldeas del Occidente de El
Salvador; junto a otros generales del
ejercito de Dios
como el
Hno. Pablo y el Hno Arbizú. El correr de
los años se ve reflejado en su cuerpo de 78
años de
edad de los cuales 55 los ha dedicado al ministerio. Junto a su esposa
pastorean
una
Iglesia en San Ramón al sur oeste de San Salvador , sigue en pie de lucha,
sigue como
buen
soldado fiel a quien le llamo al más grande de los ejércitos. Esperando el
retorno de
nuestro
Señor, al sonido de la trompeta, para poder abrasarle y besar su rostro, y
cosechar
con
regocijo, lo que con lágrimas sembró. Así como aquellos cuyas vidas se
entregaron por
completo
al servicio del Señor, los más que vencedores; serán coronados por Jesucristo,
sabemos
que Alberto Barillas (el Hno. Beto Salas) también será galardonado por aquel que
lo llamó
a su servicio.
Tú, puse, sé partícipe de los sufrimientos
como buen soldado de Cristo
El Espíritu Santo, promesa del Padre, se está derramando, bendiciones
del cielo pueden contemplarse cual lluvia temprana. mensajero del cielo
su mensaje predica, le cantan y oran; //y una fiesta gloriosa es
aquella que vemos, como el día esplendente del Pentecostés.// Si
nosotros pedimos la unción de lo alto también gozaremos; que el Espíritu
Santo llene nuestras vidas de gozo inefable. bellos dones tendremos y
de fiesta estaremos, cantando aleluya; //sanarán los enfermos al
ponerles las manos, porque Dios es el mismo desde ayer hasta el fin.// y
sigue lo mismo En el día anhelado, cuando Cristo descienda, con grande
potencia, cantarán las estrellas, los cielos y mares, los ríos y
montes. y todo el universo lucirá regia gala, con la gloria de Cristo,
//¡Qué glorioso ese día cuando Cristo descienda; pues a todos sus
fieles arrebatará!.//...
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